En 2016 se me volvió a cruzar en el camino El señor Presidente, de Miguel Angel Asturias y oí que me llamaba: Leemeee, leemeee, otra veeez, decía.
Me resistí porque siempre hay otros libros tengo que leer Libros que han escrito cuates míos; libros para mi trabajo y libros por placer, aunque en realidad, los libros para mi trabajo y por placer son casi lo mismo. Luego recordé que no hay tal cosa como libros que tengo que leer; así como no hay cosas que tengo que hacer. Lo que hay, como explica Fred Kofman, son demandas sobre mi tiempo y recursos. Lo que sí hay son libros que elijo leer y cosas que elijo hacer. Dicho lo anterior compré el libro y lo leí; y en esta semana que se cumplieron 122 años del nacimiento de Asturias celebro la obra.
Con El señor Presidente tengo una historia que me causa gracia. En Tercero básico mi profesora de Literatura me dejaba leer lo que yo quisiera, independientemente de los libros asignados por el Programa oficial. Esto era porque yo era un buen lector y leía libros con valor; porque me daba hueva leer los libros del Programa; porque tiendo a hacer lo que me place; y porque ella era buena onda y comprensiva, sabía que quizás era más importante seguir cultivando mi amor por la lectura, que zambutirme libros mediante coacción.
¿Y qué pasó?
Llegado el día de entregar los reportes en clase la maestra se ausento y la directora, doña Tere, llegó a recibirlos. Cuando le entregué mi reporte de Sinuhé, el egipcio (novela que me incentivó a conocer más sobre el faraón Akenatón, el de la ópera Akhnaten) doña Tere me dijo que eso no era aceptable y que tenía ese fin de semana para leer el libro de Asturias y presentar el reporte el lunes.
Como era fin de semana largo me fui a Panajachel y allá leí El señor Presidente. Allá devoré aquella novela porque me encantó. Es uno de esos libros que -si eres chapín, si has visitado Guatemala, o si tienes intereses en Guatemala y su historia- seguramente vas a disfrutar; también si te interesan las dictaduras en América Latina y en el mundo. Es una historia conmovedora y aterradora escrita de forma magistral.
Columna publicada en elPeriódico.