Con acompañamiento internacional y con la infaltable iconografía comunista, dos pequeños grupos de cafres vandalizaron los monumentos de Cristobal Colon y de José María Reina Barrios, en la ciudad de Guatemala.
La estatua de Reinita fue decapitada y su monumento ecuestre fue gravemente dañado; el hermoso monumento de Colón se salvó porque, aparentemente, había un panal de abejas cerca y los orcos tuvieron que retirarse. ¿Dónde estaban las autoridades? ¡Quién sabe! De cualquier manera, autoridades sin autoridad y emasculadas, ¿hubieran sido tan útiles en la Avenida de la Reforma y en la Avenida de las Américas como lo son en los bloqueos y en las invasiones?
¿Quiénes son los perpetradores? El mismo tipo de gente que pinta hoces y martillos en la Sexta avenida y apedrean negocios; el mismo tipo de gente que lleva banderas rojas a los bloqueos; los mismos que van con bates y palos de golf a las manifestaciones; el mismo tipo de gente que quema lo que puede; el mismo tipo de gente que ensucia; los mismos que tomaron la Plaza de la Constitución el 15 de septiembre pasado. ¿Y por qué pueden hacerlo? Porque las autoridades pusilánimes no los sacaron de aquel espacio y permitieron sus desmanes; porque esas autoridades pusilánimes tienen la bandera nacional, en el Obelisco, hecha jirones; porque son tan pusilánimes que quitaron el retrato de Pedro de Alvarado de la Municipalidad capitalina y la sustituyeron por un cuadro anodino.
No hay que dejarse distraer con que la plebe destructora es un grupito de ignorantes que viven existencias miserables; su dirigencia nacional y extranjera sabe perfectamente lo que quiere: caos, violencia, feísmo, inseguridad, ingobernabilidad, terrorismo y en última instancia la revolución. Así ha sido en Seattle, Washington, en Portland, Oregon, en México y en América del Sur. El che y la iconografía colectivista y totalitaria no son casualidades.
En Erasing America, libro que aplica a otras culturas, James Robins explica como es que la izquierda radical controla la educación y los medios masivos de comunicación. Advierte que grupos de aquella persuasión degradan y demuelen la historia y el pasado, sus lideres, instituciones y sus símbolos para condenar el presente. La guerra contra la historia es más que un espectáculo académico. Este movimiento tóxico le ha lavado el cerebro a una generación y rápidamente está disolviendo los lazos históricos, culturales y espirituales que hacen posible la cooperación social pacífica. Sobre ese libro, y las ideas que comparte, Bradley J. Birzer, profesor del Hillsdale College, nos recuerda que en casi todos los sentidos, los mitos y símbolos de los pueblos importan inmensa y fundamentalmente; y David Horowitz, autor de The Black Book of the American Left, explica que por eso es que hay una campaña para demonizar el pasado, y borrar y reescribir la historia.
Voy a atreverme a decir que actos de violencia irracional y cada vez más audaz van a irse multiplicando en la medida en que la dirigencia popular y revolucionaria se dé cuenta de que no encuentra oposición. Ni oposición legal por parte de las autoridades, ni oposición moral por parte tuya…que estás leyendo estas líneas y no sabes qué hacer.
¿Viste el vídeo de los cafres pateando la cabeza de Reina Barrios? Me recordó las espantosas escenas de violencia que se han visto durante los motines carcelarios. Ese es el tipo de gente que participa en actos delincuenciales como los que ocurrieron hoy. Por cierto, ¿van a quedar impunes esos delitos? Los organizadores, los perpetradores y sus protectores, ¿Van a enfrentar, o no las consecuencias jurídicas de sus decisiones y de sus acciones? A propósito, Acoguate está dirigida por comités basados en Alemania, Austria, Canadá, Francia, Suecia y Suiza; seguramente es buena idea que esas organizaciones paguen las reparaciones de los monumentos que dañaron los grupos que protegen.
Actualización: Felicitaciones a las autoridades que capturaron a un presunto participante en los actos delictivos de hoy contra el patrimonio cultural de los guatemaltecos. Ahora está por verse si el Ministerio Público y el Organismo Judicial cumplen con sus partes para hacer que esa persona -si fue participante- cumpla con la pena que establece la ley.
Las fotos las tomé de Twitter.