En busca de la ciudad fantástica de Cíbola y del mítico paso de Anián, y porque Pedro de Alvarado murió… y no pudo emprender el viaje, Juan Rodríguez Cabrillo -uno de los hombres más ricos de Guatemala- partió hacia el norte, por el Océano Pacífico y descubrió California.
¿A que no sabías de Rodríguez Cabrillo? En la ciudad de San Diego hay una estatua en su honor.
De aquello me acordé porque California es la quinta economía del mundo y porque habiendo sido parte de la Nueva España, un tuitero mexicano que sigo y del que aprendo mucho se preguntó que cómo sería México si California todavía fuera mexicana. Y claro, California sería igual que el resto de México porque la prosperidad de las sociedades no depende de su geografía, ni de los recursos naturales que tiene, ni del clima, sino de sus instituciones. Ni México, ni Guatemala, por citar dos ejemplos latinoamericanos, cuentan con las instituciones que hicieron grande a California. Instituciones, por cierto, no quiere decir organizaciones; sino sistemas de normas. De paso, California está destinada a perder aquel honroso status porque en su historia contemporánea ha abandonado las instituciones que la hicieron grande y ha abrazado no sólo las que son un lastre para América Latina, sino que ha abrazado, ¡con entusiasmo!, la cultura woke.
De paso, Virgilio Rodríguez Beteta, libretista de la ópera Quiché vinak, fue descendiente de Rodríguez Cabrillo.
Ceteris paribus, si Alvarado no hubiera muerto en México en 1541, él hubiera lidereado la expedición que él había organizado para explorar el Pacífico norte, más allá del mar de Cortés y de Nueva California. Rodríguez Cabrillo fue designado por el virrey, Antonio de Mendoza (socio de Alvarado en aquella empresa) para comandar la expedición.
Por cierto que hay una biografía titulada Juan Rodríguez Cabrillo, por Harry Kelsey, de la que sólo he leído reviews; y ha de ser fascinante. Rodríguez Cabrillo poseía encomiendas, minas de oro, y propiedades urbanas en Guatemala. Era soldado, marinero, armador, escritor y explorador. ¿No te parece encantador que el descubridor de California -un personaje tan complejo- haya vivido en Guatemala y haya tenido intereses económicos en Guatemala? Un decreto real de 1532 se refirió a él como ciudadano de Guatemala.