No, al osito Lotso

Antes de que existieran las vacunas muchas enfermedades mortales acompañaron a la humanidad por miles de años; pero actualmente los seres humanos pueden responder a un brote viral en cosa de meses.  Y cuando pensaba en eso me acordé de cuando Miss Estercita, en la primaria, nos contaba la historia de E. Jenner y las vacas.  Me acordé de cuando Maruca nos vacunaba, a mis hermanos y a mí en la clínica de Juan José.

Eduardo Jenner, por John Raphael Smith / Dominio publíco, via Wikimedia Commons.

Actualmente y en medio de la incertidumbre, lo cierto es que la humanidad nunca antes había estado tan preparada, tecnológicamente, para enfrentar una pandemia; y -si le pones atención a casos como el de España, China o el de México, para citar tres- vas a notar que las políticas irresponsables, de políticos extraordinariamente inescrupulosos, son las que han causado más muertos e infectados con el SARS-CoV-2.

Hace 35 años, ¡sólo 35 años,! una horrible pandemia golpeaba a la humanidad, que se hallaba perpleja no sólo porque veía miles y miles de muertos por su causa, sino porque ignoraba la naturaleza de aquel azote viral y estaba inmersa en los prejuicios propios de la ignorancia. Actualmente se podría decir que el VIH fue domado y que -salvo por casos de extrema irresponsabilidad, sobre todo en países con elevados índices de pobreza y de ignorancia- muy poca gente tiene motivos para temerle a aquel retrovirus.

Como hace 35 años, ahora reinan la incertidumbre y el temor, que son malos consejeros.  De ahí que muchos busquen el consuelo de las autocracias benevolentes, tipo la de Lotso, el osito tirano de Toy Story 3.

Y, aún así, quizás salga algo bueno, de todo.  Ves que hace ratos no se sabe de aquella niña con carita de pan que paseaban en catamaranes y vagones de primera clase.  Quizás, como dice mi cuate, Luis I. Gómez, es de esperar que lo que estamos viviendo durante este estado de alarma (una emergencia real, no una por venir) ponga fin a la coquetería infantil con que evocamos tesis alarmistas y abuso de la planificación paternalista estatal y que lo que vendrá tras la crisis no será obra de los políticos.  Tenemos que diseñarlo y manejarlo nosotros.

Columna publicada en elPeriódico.

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