Como en casi todos los años, ayer fuimos a pasear a la fiesta del Árbol Gallo ¡que alegría da ver a las familias y a los niños gozando del ambiente y de las expectativas! Hay que ver las caritas de los niños para entender la naturaleza de esta celebración popular.
Es alegre ver a las familias que se instalan desde temprano y hacen picnic en la Avenida de la Reforma y en otros espacios. Tienden sus mantas, sacan sus comidas y bebidas, hacen la siesta, departen, se ríen y gozan de una tarde fría y agradable. También es alegre ver a las familias y a los jóvenes que llegan a poner sus negocios con la esperanza de hacer unos centavos. Ayer tuve la suerte de estar ahí en el momento en el que los vendedores se instalaron en la avenida y la cinta asfáltica cobró vida.
Normalmente está adornada con luces la Avenida de las Américas, pero este año las luces cubren abrazan los árboles de la Avenida de la Reforma. Por un rato nos quedamos viendo el show de los payasos y nos reímos mucho junto a docenas de niños, padres y abuelos que gozaban las ocurrencias. La música coronaba muy bien todo el ambiente festivo.
Cuando paseo entre la gente, en aquel entorno de festival, vivo lo que es ser niño y la capacidad que uno tiene de maravillarse con la felicidad de otros, con las luces, con la música, con juguetes y con el mero hecho de estar vivos y de gozar la vida. De alguna manera es algo como bailar como si nadie estuviera viendo.
Al caer la noche nos fuimos a la casa de mi hermana, que se acaba de mudar, y vimos los fuegos artificiales desde la terraza; y ¡que dicha estar vivos y compartir con quienes amamos!
Admito que es una lástima que la misma gente que tanto disfruta de la fiesta sea la gente inmunda que deja el lugar y sus alrededores hecho un asco; pero date una vuelta en la madrugada del 15 de diciembre por la 18 calle; o date una vuelta por La Antigua en la noche del Viernes Santo y vas a ver bastante de lo mismo. Date una vuelta por cualquier fiesta de pueblo y ¿qué crees que vas a encontrar? La cultura de la inmundicia está bien enraizada.