La temporada más chapina

La de las jacarandas, los paloblancos, y los matilisguates en flor es la temporada más chapina de todas.

Viene acompañada por mangos y jocotes marañones; por molletes, torrejas, dulce de garbanzos, pan de yemas hecho en casa y por el aroma del corozo.  Y del Coppertone. ¿Ya no hay Coppertone? Creo que no.

Esta temporada, en Guatemala, está llena de colores, aromas, sabores, texturas y sonidos muy propios.

En 2019 viene en el momento oportuno para descansar del barullo electoral, de la incertidumbre, y de la peor oferta política de nuestra historia.  ¿Qué relación hay entre la mala oferta política y la mala demanda política?  Viene en un momento oportuno para agarrar fuerzas y luego decidir contra quién vamos a votar en la elección presidencial y por quiénes vamos a votar en las papeletas para diputados y alcaldes.

La temporada más chapina de todas es la del bacalao a la vizcaína (basado en la receta de mi bisabuela) y la del pescado seco, envuelto en huevo y con verduras.  Es la del encurtido de remolachas.  Y para mí, el bacalao es el rey de la fiesta.  ¿Vas a creer que también el fiambre? Esto es porque, en casa de mis padres, era tradición congelarlo en noviembre para comerlo el primer día de las vacaciones en la playa.

En un sentido, esta es una temporada bien chapina porque se dice celebrar la vida, cuando todo apunta a que el énfasis es en la muerte.  ¿Vas a creer que el otro día vi una procesión adornada con angelitos que vomitaban sangre?

Es la temporada de empanadas de leche y de atún. Hubo un tiempo en que eran de salmón, pero ahora las hacen de atún. De niño también me gustaban las de hierbas; pero tengo añales de no probar las de hierbas.

En medio de la relajación y de las tradiciones, para mí también es una fiesta de buenos recuerdos y de algo de nostalgia.  Es el tiempo de usar shorts. Es de abuelas con historias fascinantes; de padres y hermanos en la playa, o en Pana; de primos y amigos planeando diabluras y de buenos momentos con personas amadas y queridas.

¡Ah, las personas amadas y queridas!, sin ellas, ninguna fiesta sería fiesta.

Columna publicada en elPeriódico.

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