Yo digo que es cosa de estrategia

Mi primer artículo contra las ejecuciones extrajudiciales debe haber sido publicado a finales de los años 80 y, desde entonces, quién sabe cuántos artículos más he escrito en defensa del debido proceso, de las garantías procesales y de los derechos individuales.  ¡Quién sabe cuántos!

Por eso a nadie le debe extrañar que me una al llamado por el respeto a la vida y la integridad de Carlos Vielmann; por que se respetan sus derechos individuales y por que se le respete su derecho al debido proceso.

No sólo porque aquello es lo correcto en sí mismo, sino porque recién se supo que cuatro testigos presentados por el MP/CICIG contra el exministro de Gobernación fueron miembros de las bandas criminales Agosto Negro y Los Pasaco, de los años 90.  ¿Quién ya olvidó sus crímenes particularmente crueles y violentos?

Para quienes no los leyeron comparto párrafos del artículo de Jorge Jacobs titulado  ¿Justicia, revancha, estrategia o demostración de poder? Me parece que es uno de los mejores sobre este tema.

El “quid” del asunto es si es creíble que se presentó porque justo ahora —11 años después— se encontraron las evidencias necesarias para realizar las acusaciones, o si, por el contrario, se tenían las evidencias de tiempo atrás —sea un año, cinco o diez— pero se esperó hasta que fuera el “momento apropiado”, dice Jorge.

Y añade: me parece muy sospechoso el tiempo en que se saca a luz este caso. Como hasta los mismos defensores de la CICIG lo han reconocido: en un momento en que se le creía alicaída, “la CICIG reafirma su poder”. Pues, en efecto, queda en el ambiente la duda razonable de que el principal motivo sea más una reacción de la CICIG ante el contexto político, que un verdadero deseo de lograr justicia —indistintamente de la certeza o falsedad de las acusaciones—.

A Jorge le llama también la atención que se haya hecho la acusación justo unas semanas después de que Vielmann regresara a Guatemala, y no, por ejemplo, cuando todavía estaba en España, o mejor aún, cuando todavía estaba siendo procesado en ese país. Aquí la duda razonable hay que verla en el contexto de que, en las acusaciones anteriores de casos similares, los enjuiciados en Guatemala fueron encontrados culpables, pero los enjuiciados en otros países fueron absueltos —hasta Sperisen que fue inicialmente declarado culpable ya va en camino de ser absuelto—, incluso se llegó hasta el grado de que uno de los tribunales reprendió severamente a la parte acusadora por presentar testigos falsos. ¿Por qué entonces el interés de juzgarlo acá? ¿Será porque les es más fácil manipular a los juzgadores locales que a los de allende los mares?

Lo que me lleva también a los antecedentes, en donde se ha comprobado que la CICIG y el MP presentaron testigos falsos para comprobar sus hipótesis -no lo digo yo, fueron jueces de otros países- por lo que también cae la duda razonable sobre los testigos que utilizarán ahora, que por cierto son la justificación del porqué hasta ahora presentaron los casos: porque hasta ahora encontraron a los testigos. ¿O sea que la acusación se basa más en el testimonio de estos testigos -que hasta ahora encontraron- y no en las pruebas científicas que tenían hace 11 años?

Dicho lo anterior, Jorge Jacobs concluye con que dejo planteadas estas “dudas razonables” para que el MP y la CICIG, si realmente desean que se haga justicia, las desvanezca.

Personalmente me inquieta mucho que en casos de alto contenido político el uso de testigos prevalezca incluso sobre pruebas científicas. ¡Y que calidad de testigos! por ejemplo, el testigo Rubén Chanax Sontay y otros bolitos del parque San Sebastían fueron claves en el caso del asesinato de Juan Gerardi.  Y ahora, delincuentes miembros de los Pasaco y de Agosto negro son los pilares del caso contra Vielmann. Huele muy mal eso de que si el MP tenía pruebas desde hace 11 años, esperara hasta ahora para proceder con el caso del Infiernito, sólo porque hasta ahora tiene los testimonios que necesitaba.  ¡Y qué calidad de testimonios! Yo digo que es cosa de estrategia y ojalá que fuera para servir a la justicia; sin embargo, me temo que es para servir a la venganza, o a una forma de demostrar poder.

Sobre el rol de aquellos delincuentes recomiendo el artículo de Marta Yolanda Díaz-Durán, titulado Los Pasaco: del Infiernito al paraíso.  En ese artículo, MYDDA, dice:  ¿Está basada la acusación en el caso de “El Infiernito”, principalmente en el testimonio de criminales confesos y condenados?¿Qué credibilidad pueden tener personas que no dudaron en torturar y asesinar a sus víctimas, además de aterrorizar a sus familiares, con el fin de obtener el dinero del rescate?¿Son capaces estos criminales de declarar cualquier cosa con tal de que los dejen libres o les reduzcan la pena? Si no tuvieron problemas para acabar con la vida de quienes secuestraron, ¿los tendrán para mentir con tal de beneficiarse?…¿Irán a seguir Los Pasaco el camino del infiernito al paraíso que anduvieron, entre otros, Juan Carlos Monzón y Estuardo Gonzales? Cualquier crimen que cometan estos malhechores, si son liberados por la CICIG y la FECI, serán responsabilidad principal de estos últimos.

Es muy oportuno que  Víctor Suárez, presidente de la Asociación Amigos del País,  trajera a luz que la CICIG y la FECI han fabricado, nuevamente, el caso con testigos protegidos y falsos, de bandas criminales a cambio de darles su libertad. Es una tristeza para Guatemala que con un medio de coacción, de fabricar casos, liberen presos que realmente son un problema para la sociedad. Estamos hartos de las maras y la delincuencia, y de que en lugar de dar la justicia correcta y protegernos, se dediquen a perseguir personas demostradamente inocentes,  enfatizó Suárez en su oportunidad.

Por su parte, el industrial  Juan José Gutiérrez amigo de Carlos Vielmann, expresó que esto es un montaje, un show, una forma de regreso a la época de la guerra. En lugar de balas usan esto, justicia selectiva, y acusar a y acusar a quienes les estorba.

 

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