09
Oct 18

Acarreados y manifestantes profesionales “doquiera parte”

Las protestas del sábado pasado, en Washington D.C., fueron cortesía de una red bien financiada.  La turba de unos 200 manifestantes izquierdisas, furibundos y organizados by the book marcharon a través del césped del Capitolio. Los miembros de la multitud subrieron los escalones, desplegaron pancartas impresas profesionalmente, se pusieron de pie desafiantes y agitaron sus puños en el aire. Asra Q. Nomani, en su columna de el Wall Street Journal titulada George Soros´ March on Washington nos cuenta de donde vienen los fondos y la organización de este tipo de manifestaciones que los guatemaltecos conocemos demasiado bien.

Asra Q. Nomani ha seguido el consejo de Jerry McGuire y she has followed the money. En su columna explica que he organizado mis hallazgos en una hoja de cálculo que he hecho pública. Al menos 50 de las organizaciones más grandes que participaron como “socios” en la Women’s March del 21 de enero de 2017había recibido subvenciones de la Open Society Foundation de Soros, o fondos similares de la “Casa de Soros”, como es llamado internamente su imperio filantrópico. El número de socios respaldados por Soros ha aumentado a por lo menos 80. Al menos 20 de los grupos más grandes que lideraron las protestas del sábado han sido beneficiarios de Open Society.

Y añade, Nomani que el sábado también estudié la letra pequeña de los carteles mientras los manifestantes los agitaban desafiantes en el Capitolio y en la Corte Suprema. Venían de una lista familiar de grupos de interés demócratas que han recibido millones del señor Soros.

Todo chapín que ha visto manifestaciones parecidas y ha sufrido bloqueos de carreteras y calles, en Guatemala, sabe de qué está hablando Nomani. ¿Verdad?

Bajo un árbol de ginkgo en el jardín este del Capitolio, los mariscales de campo del Centro para la Democracia Popular les dieron a los manifestantes una “capacitación” el sábado por la mañana. “¿Están listos para ser arrestados?” Preguntó una mujer. “¡Sí!”, Gritó la multitud, aunque una mujer preguntó en voz baja: “¿Para qué?”. “Si no”, ordenó el mariscal de campo, “haga cola para la galería de visitantes para que un manifestante experimentado pueda entrar y gritar”. Un organizador entregó boletos para entrar a la galería de visitantes del Senado con el propósito expreso de violar la ley. Lo hicieron, los procedimientos fueron repetidamente interrumpidos por los gritos de la galería.

El fenómeno de los acarreados y de los manifestantes profesionales son males que se dan en todas las latitudes, doquiera parte…y entre nosotros también hay listas de organizaciones financiadas por Soros. ¿Alguien me la comparte para añadirla a esta entrada?


09
Oct 18

Mural de Carlos Mérida, y Benito Juárez

Hay alboroto porque en una casa de la zona 9 -que es propiedad privada- hay un mural de Carlos Mérida y algunas persona temen que sean destruidos. Los estatistas quieren que el Instituto de Antropología, Etnología e Historia (o alguna otra autoridad) proceda a conservar el mural y quieren que sea declarado patrimonio cultural de la nación, lo que equivale a expropiarlo.

Foto tomada de Facebook.

Los más moderados entienden que el mural es propiedad privada y que es a su propietario a quien le corresponde decidir qué hacer con él, y cómo conviene a sus intereses. En última instancia, el respeto al derecho ajeno es la paz, como dijo Benito Juárez. Por cierto que, antes de opinar (a veces vehementemente), ¿alguien le ha preguntado el propietario qué planes tiene para el mural?

No soy fan de eso que llaman arte abstracto, pero personalmente yo lamentaría la destrucción del mural en cuestión porque decora bonito un área urbana que no tiene mayor atractivo. Sin embargo, entiendo que los derechos individuales deben prevalecer sobre los intereses colectivos.

Hace años, yo mismo lamentaba la destrucción de varias casas de arquitectura extraordinaria y cincuentera, por Wilhelm Krebs, que estaban ubicadas en la Avenida de la Reforma, y que fueron sustituidas por edificios; del mismo modo que lamenté la pérdida de una gasolinera de arquitectura curiosa, en la Avenida de las Américas.  Pero una cosa es lamentar un cambio y otra muy diferente es pretender que el propietario de un inmueble, o de una obra de arte, no pueda disponer de ella como corresponde, sólo porque un grupo de interés estima que no deba hacerlo….o peor aún, pretender que no tenga derecho a hacerlo.

Foto tomada de Facebook.

Por otro lado, ¿sábes qué ocurrirá si prevalece la idea de que en la arquitectura (y en el arte en general) el propietario debe estar sometido a los intereses colectivos? Pues pasará que ya no habrá incentivos para hacer buena arquitectura, o para incluir obras de arte en casas y edificios. ¿Quién querría correr el riesgo de que luego, la gente no lo deje modificar el inmueble, o demolerlo cuando fuera necesario? Sacarán del mercado a los buenos arquitectos y artistas.

El arquitecto de la casa en cuestión, por cierto es Carlos Haeussler.

Hay precedentes en casos como el del mural de Mérida.  En la Quinta avenida y 16 calle de la zona 1 murales de Roberto González Goyri fueron removidos y luego vueltos a colocar en un edificio que fue remodelado.  Pero tengo entendido que fue por voluntad de sus propietarios y no por algún tipo de intervención estatista a modo de coacción.  ¿Fue así?

De cualquier manera, si alguien cree que el mural merece ser conservado, ¿qué es lo que corresponde? Que lo compre y que haga lo necesario para conservarlo cuando sea de su propiedad.  La compra puede ser individual, o por medio de algún tipo de acción colectiva, incluyendo el crowdfunding.  Lo que no se vale es imponer valores, preferencias y necesidades sobre otros.

La foto 1 la tomé de Fotos antiguas de Guatemala.