¡Me encantan las coincidencias! La semana pasada dos tecolotíos se cruzaron en mi camino.
El primero fue en forma de una foto que tomó mi compañero, Francisco Yoc. Fue la de un pichón de tecolotío común que andaba con cara de desorientado. El segundo fue en forma de silbato, u ocarina en la magnífica exhibición que ha organizado, el Museo Popol Vuh, sobre aquel libro de mitología maya. Tecolotes, o buhos fueron los mensajeros que, en nombre de los señores de Xibalbá invitaron a Hun-hunahpú y a Vucub-hunahpú a jugar pelota en el inframundo.