China y “Black Mirror”

El régimen de Pekin planea lanzar un Sistema de Crédito Social con el propósito de calificar la integridad -es decir, si son dignos de confianza, o no- de sus 1.3 millardos de habitantes.

El plan pone la carne de gallina. Imagina un mundo en el que muchas de tis actividades cotidianas sean supervisadas y evaluadas constantemente: lo que compras en las tiendas y en línea; donde estás en un momento dado; quiénes son tus amigos y cómo interactúas con ellos; cuántas horas pasas mirando contenido, o jugando videojuegos; y qué facturas e impuestos pagas (o no).

Eso no es difícil de imaginar, porque la mayoría de eso ya sucede, gracias a todos esos gigantescos colectores de datos como Google, Facebook e Instagram o aplicaciones de seguimiento de la salud como Fitbit. Pero imaginemos ahora un sistema donde todos estos comportamientos se califican como positivos, o negativos y se destilan en un solo número, de acuerdo con las reglas establecidas por políticos, desde el poder.  No de forma descentralizada, sino de forma monopólica y centralizada.

Es como el episodio Nosedive, de la serie Black Mirror; sólo que  peor. Ese episodio se desarrolla en un mundo en el que las personas pueden calificarse unas a otras con estrellas por cada interacción que tengan. La protagonista es una joven obsesionada con sus calificaciones y es elegida por su amiga popular de la infancia como la dama de honor de su boda. En su viaje a la boda la protgonista se enoja con un trabajador de servicio al cliente, y eso inicia una rápida y catastrófica reducción de su calificación en un mundo homogenizado.

La razón por la que el sistema chino es peor que el de Black Mirror es que este último es descentralizado (en individuos que califican) y -aunque este es evidente que termina en un mundo homogenizado a fuerza de corrección política y ese deseo democrático de ser como los demás- el resultado es consecuencia de las acciones de los individuos; pero no de un diseño. Por otro lado, el sistema chino es centralizado, unitario y no dependerá de calificaciones individuales de personas, sino de algún algorítimo diseñado con criterios políticos.

El régimen de Pekin está lanzando el sistema como una forma deseable de medir y mejorar la “confianza” a nivel nacional y construir una cultura de “sinceridad”. Se espera que la política, “forge un ambiente de opinión pública donde mantener la confianza es glorioso. Fortalecerá la sinceridad en los asuntos gubernamentales, la sinceridad comercial, la sinceridad social y la construcción de la credibilidad judicial”.

Es como algo de Black Mirror, o de Minority Report. Esta peli es otra distopia y ocurre en un futuro donde una unidad especial de policía puede arrestar a los asesinos antes de que cometan sus crímenes.

El nuevo sistema refleja un cambio astuto de paradigma. En lugar de tratar de imponer la estabilidad, o la conformidad con un gran garrote y una buena dosis de miedo de arriba hacia abajo, el gobierno [los políticos] está tratando de hacer que la obediencia parezca un juego. Es un método de control social disfrazado de un sistema de recompensas por puntos. Es obediencia “gamificada”.

La ilustración la tomé de Black Mirror.

Comments

comments

Comments are closed.