El lunes un chico llevó una pistola a su colegio y la disparó. Afortunadamente para el patojo que llevó el arma, y para las víctimas potenciales, no hubo más disparos, ni hubo heridos, ni muertos. Pero sí habrá consecuencias y mucha gente resultó lastimada emocionalmente.
No voy a mencionar nombres porque aquello que ocurrió allá, podría pasar en cualquiera otro establecimiento educativo; debido a que la causa del incidente es el acoso o bullying, un fenómeno del que hay que hablar. Lo dijo el abuelo del muchacho, en una columna valiente y conmovedora: Ahora nos enteramos que durante los últimos años mi nieto soportó en silencio, sin compartir con sus padres, una situación de acoso constante de parte de compañeros; y lo dijo un exalumno* del colegio en un comentario de Facebook no menos valeroso y emotivo: el patojo que disparó fue víctima de “bullying”/acoso escolar, el más desagradable y perturbador que puede ofrecer un colegio de sólo varones. Y esto lo digo yo porque no sólo porque fui testigo, sino porque…yo mismo fui una víctima de “bulllying”…A los ojos de los matones…cualquier atributo, interés o talento que se salga del marco tradicional-católico-macho es una mariconada y merece ser castigado. Sin tener ninguna autoridad a la cual acudir, y sin amigos porque todos me veían como un marginado, reventé conmigo mismo.
¡Por supuesto que es inaceptable llevar un arma a un colegio!; pero las víctimas de acoso escolar pueden ser llevadas a la desesperación en un ambiente de aislamiento y humillación. Para desgracia de todos, los establecimientos educativos, los maestros e incluso las familias, no solemos ponerle suficiente atención al asunto. ¡Hay una gran diferencia entre la chingadera propia de la niñez y de la adolescencia, y la perversidad del acoso!; y la mayoría de nosotros no estamos dispuestos a verla, en parte porque la mayoría de nosotros prefiere ver hacia otro lado cuando ocurren cosas desagradables, y en parte por pereza moral.
Es un error abordar el tema como si fuera sólo uno de inseguridad; porque es mucho más grave que eso. Tiene que ver con qué clase de personas somos.
*Por cierto, ahora que traté de poner el enlace al perfíl del muchacho citado, no lo encontré en Facebook. ¿Alguien tiene idea de qué podría haber pasado? La única alusión la encontré aquí.
Ilustración por Diego Grez CC BY 3.0, via Wikimedia Commons.
Columna publicada en elPeriódico.