Leer es un placer genial, sensual, es la frase que se me ocurre –parafraseando a Sarita Montiel– ahora que en Guatemala se celebra la Feria Internacional del Libro. Una fiesta para aquellos que disfrutamos de la lectura; de explorar ideas y de navegar relatos impresos en papel; del aroma de los libros nuevos y de los libros viejos; de leer acompañados por un café, o por un oporto; de reencontrarnos con un libro que fue amigo (o que nunca dejó de ser amigo); de leer en la cama con la persona a quien amamos y de cosas así.
Mi primer libro propio fue Corazón, de Edmundo de Amicis, que una amiga de mi abuela –Frances– me obsequió para una navidad. Empecé a leer habitualmente poco antes de esa fiesta porque una de mis escenas familiares favoritas era volver de la calle, de jugar con mis amigos, y encontrar a mi padre leyendo, sentado en su sillón favorito, en un rincón de la sala y bajo una luz tenue. Y como yo quería hacer eso también, pues empecé a leer en el sillón de al lado.
Mi abuela tenía una biblioteca estupenda donde cabía de todo y ahí me empecé a interesar en hojear enciclopedias y en leer libros sobre Guatemala y novelas históricas de Inglaterra. Leía desordenadamente casi cualquier cosa que despertara mi curiosidad; y nunca tuve miramientos para abandonar un libro que fuera incapaz de maravillarme.En mis horas más tristes siempre hubo un libro a mi lado que sostenía mi mano y acariciaba mi cabeza; y en mis horas más felices, siempre ha habido un libro que me recuerde que las ideas son importantes. Cuando vayas a la Filgua, te recomiendo que compres El manantial, por Ayn Rand, que es uno de mis libros favoritos; y cuando lo leas, hazme la caridad de disfrutar de la importancia de las ideas y del valor de los héroes.
En la Filgua encontrarás a mi amiga, Mayra, en el espacio de la Universidad Francisco Marroquín. En ese espacio hay un tesoro para quienes aman la lectura; y para quienes aman la libertad y entienden el valor de las ideas. Un tesoro para los que compartimos el anhelo de eliminar la fuerza y la violencia de las relaciones sociales. Un tesoro con aroma a papel y tinta.
Columna publicada en elPeriódico.