Haz clic en la foto para ver más fotos
Sólo cuando has llegado al Monumento a los Próceres de la Independencia un 14 de septiembre a celebrar con la gente puedes entender el significado de esa fiesta y de las antorchas que recorren la ciudad de Guatemala y el país durante ese día.
En el Obelisco todo el mundo es bienvenido y todo es fiesta. Ahí están las familias, los del barrio y la colonia, los de la oficina y los del equipo, los del colegio, los de la iglesia, los de la clase y todo el que quiere y puede.
No es una fiesta planeada, de hecho, este año nadie estuvo encendiendo las antorchas y lo que hacía la gente era pasarse el fuego unos a otros; y no faltó quien pusiera una cubeta y ahí encendiera el fuego para los demás. No es una fiesta ordenada como supongo que quisieran algunos. Ahí llegan los festejantes con su tacuche de la oficina, o con su uniforme; con un disfraz de peluche, con sombreros, sin camisas, en pañales o como bien puedan. La cosa es divertirse y celebrar. Me alegró que este año las autoridades volvieran a hacer funcionar la fuente porque a muchos chicos les gusta llegar y mojarse en ella. En la fiesta del Obelisco y de las antorchas no hacen falta orquestas, ni tamales porque la fiesta es la gente y su alegría.
La excusa es celebrar a la patria; y es muy conmovedor ese patriotismo cándido que se pasa de generación en generación porque la patria es donde está enterrado tu mux. Sospecho, sin embargo, que en el fondo, en el fondo, lo que se celebra en esa fiesta es la vida, o la simple posibilidad de celebrar. El hecho de que se puede estar ahí, en compañía de quien uno elige estar ahí y el hecho de que uno se puede divertir y pasarla bien. Se vive plenamente cuando se disfruta la vida.
Al Obelisco y a por antorchas llegan niños y ancianos, hombres y mujeres, ladinos e indígenas, cristianos, paganos y ateos, tirios y troyanos y cuando estas ahí te conectas a la fiesta. Es como en la Navidad, o como en un concierto. Si la has pasado increíble en el concierto de tu cantante favorito, pues algo así ocurre en la fiesta de las antorchas. Ojalá que el año entrante te animes a darte una vuela por ahí…o por la Sexta Avenida que también se pone alegrísima al atardecer. Cuando estás ahí te das cuenta de por qué es que la exguerrilla odia tanto esta celebración y los desfiles propios de esta fiesta.
Es snob criticar la fiesta del Obelisco y las antorchas. La mejor observación que leí sobre los que se quejan de esta fiesta fue en Twitter. Alguien dijo: Si te quejas de las antorchas; pero corriste en la 21K, hasta aquí puedo ver tu maldita doble moral; y yo añadiría que si participas en procesiones y te quejas de las antorchas, hasta aquí puedo ver tu maldita doble moral.