Pasará lo que las élites quieran, dijo Dina Fernández en su columna de hoy; y añadió: De lo contrario se impondrá el “momentum” del sistema que tiende a cero cuando lo sacuden. Y para mí, eso sería lo peor: comprobar que aguantamos con esto también, que la sociedad es rehen de quienes la saquean y abusan y que somos incapaces de proponer algo mejor.
Advierte Dina que buena parte de los guatemaltecos no se ha dado cuenta de la gravedad de la hora que estamos viviendo. Estoy de acuerdo con esta advertencia y con la idea de que lo peor que puede pasar, luego de ser expuesta la corrupción en la Superintendencia de Administración Tributaria, es que no pase nada.
Por eso comparto con ustedes un relato y unas perspectivas:
A las 7:00 a.m. del 25 de mayo de 1993, el presidente Jorge Serrano se apareció en la televisión y aunción un golpe de estado; pero las acciones habían empezado a las 4:00 a.m. A las 8:30 el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras, representantes de organizaciones privadas no incluidas en el CACIF y el Comité Estratégico de la cúpula empresarial se reunieron en la Cámara de Industria. Todo esto no me lo contaron. Yo estaba ahí porque dirigía la Oficina de Información del Sector Empresarial.
A lo largo de la mañana se fue armando un árbol de posibilidades y -aunque no había consenso- se llegó a la conclusión de que el Sector apoyaría el sistema republicano y el Estado de Derecho para ser consecuente con los principios que sustentaba. Y como resultado, el Sector le daba la espalda al presidente golpista. La siguiente preocupación era evitar que se rompiera del todo la institucionalidad y que el río revuelto se convirtiera en ganancia de pescadores. Para hacer la historia corta, muchos otros sectores sociales se acercaron al Sector Empresarial y luego de muchas reuniones se formó la Instancia Nacional del Consenso para encontrarle una salida al asunto. En ese momento la claridad, el liderazgo y la consistencia del Sector Empresarial fueron claves para consolidar un bloque social -integrado por las élites sindicales, cooperativistas, políticas, militares y populares, así como periodísticas- capaz de mantener la institucionalidad, evitar otro golpe y encontrar una salida.
No es aventurado decir que la acción de aquellas élites logró su cometido de evitar otro golpe y encontrar una salida de forma civilizada, sin que hubiera violencia en las calles.
Ciudadanos de los más diversos sectores consiguieron acuerdos mínimos para conformar una voluntad popular que le puso un ¡Hasta aquí! al serranazo y optó conscientemente por conservar la república y el estado de derecho. Todo esto no me lo contaron; porque yo estaba ahí. Vi los procesos de acuerdos de élites conformarse con prudencia, rapidez y determinación tanto en el edificio de la Cámara de Industria como alrededor del vdestíbulo del Hotel Camino Real. Vi como años de convivencia atropellada y hasta de desconfianza y rivalidad pudieron ser remontados para favorecer aquellos procesos de acuerdos y consensos.
A la luz de la distancia cualquiera podría criticar lo que ocurrió entre mayo y junio de 1993 entre las élites guatemaltecas; pero una vez disperso el polvo una cosa es cierta: Pasó lo que las élites qusieron que pasara.
¿Será diferente abril de 2015 a mayo y junio de 1993? ¿Tienes idea de la gravedad de la hora que estamos viviendo? Lo peor que puede pasar es que no pase nada. ¿Cuales serán las consecuencias jurídicas para todos, todos, los involucrados en La línea? ¿Habrá pactos políticos entre la mera cúpula de la estructura de defraudación y la Comisión Internacional contra la Impuinidad en Guatemala, por ejemplo? ¿Qué papel jugarán las élites, todas las élites?
La ilustración la tomé de Facebook.
[…] …y pasará lo que las élites quieran. […]
Está muy dura esta situación. Yo quisiera que obligaran a renunciar a la Sra. Baldetti pero no creo prudente que renuncie Pérez Molina. Creo que eso causaría un peor caos que el actual.