Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente hay una cierta complicidad vergonzosa, dijo el escritor Víctor Hugo.
En esta semana el acontecimiento político más bochornoso es el del martes, en el Congreso, como consecuencia de que el Partido Patriota no deseaba perder el control del Organismo Legislativo. Y hace unos días atestiguamos las maniobras del oficialismo para controlar el Organismo Judicial. Es natural que los pipoldermos quieran controlar los tres organismos del estado; pero, ¿deberían? No. El poder debe estar limitado.
A los electores y tributarios nos corresponde asegurarnos –en las urnas y en procesos como los que hemos visto en los últimos días– de que ningún grupo político (del color que sea) controle más de un organismo del estado. El voto cruzado es un medio; pero la influencia en la opinión pública es otro.
Porái van a tratar de convencerte de que la separación de poderes es perjudicial porque impide, o dificulta que el Ejecutivo pueda hacer con facilidad todo lo que desea hacer. ¡Pero no olvides que de eso se trata!, se trata de que el poder esté distribuido para que las políticas se discutan y se oreen en vez de que sean impuestas. Porái van a tratar de convencerte de que la división del poder eleva los costos (en términos de corrupción) de la aprobación de la legislación y de las políticas que desean el Ejecutivo y los grupos de interés. Pero tú, que eres vivo, sabes que la situación no sería mejor si el poder estuviera concentrado sin pesos, ni contrapesos; sabes, como G. Washington, que el gobierno es la fuerza y que, como el fuego, es un sirviente peligroso y un amo temible.
La división del poder es la base de un gobierno civilizado, escribió C. Friedrich y no es cuento. Que no te asusten los que quieren que el poder esté concentrado para que el estatismo tenga un cheque en blanco. Y que no te asusten los que creen que los políticos serían menos venales si todos fueran del mismo color. No te olvides de que, como dice un meme: No es la política la que hace a un candidato convertirse en ladrón; es tu voto el que hace a un ladrón convertirse en político.
Columna publicada en El periódico.