Los publicanos están tratando de meter las manos en los bolsillos de los meseros y de otros trabajadores que reciben propinas; y eso no debe ser. Tu sabes que los impuestos son una forma de robo; y tu ya sabes que es legítimo que las personas se defiendan contra el robo.
Una propina es una cantidad de dinero que -voluntariamente- el cliente le deja a quien lo sirvió, o lo atendió, en agradecimiento por su buen servicio. Ni dar propina es una obligación, ni dar un monto específico es una obligación. A menos que alguien use la fuerza de la ley para convertir en obligación, algo que es de naturaleza voluntaria.
La Superintendencia de Administración Tributaria pretende imponer las propinsa como obligatorias y cargarlas con tributos. La rapiña no tiene límites.
Suele darse propina en los restaurantes. Existe una convención tácita de que un porcentaje de entre 10% y 15% del consumo es lo apropiado si el servicio fue entre aceptable y bueno. Y la decisión de cuánto dar es del cliente. Debe ser del cliente. Hay lugares que la imponen; pero mi hipótesis es que si uno se entera antes y quisiera discutir si va a aceptar el servicio, o no, con esa condición, uno como cliente tiene la facultad de discutirlo. Y el propietario, o administrador del lugar, también. Nadie debe estar obligado a servir, o a ser servido de forma coercitiva.
Cuando estaba en la universidad solía ir con mis compañeros a cierto hotel donde el café era buenísimo, y el servicio a veces era muy malo. A veces en lugar de no dejar propina dejábamos un sólo centavo. Y dejamos de hacer esa payasada porque eramos clientes frecuentes y porque escuché la siguiente historia:
Erase una vez un hombre viejo y rico que tenía un cocinero chino al que maltrataba mucho. Le gritaba, le devolvía la comida con malos modos, y más de una vez le había arrojado los alimentos. Cuando el viejo estaba a punto de morir se arrepintió de lo mal que había tratado a su cocinero y le ofreció disculpas. Perdóname, por favor. Te prometo que nunca más te vuelvo a maltratar, le dijo. Conmovido, el cocinero le contestó: No te pleocupes. Yo te plometo que nunca más me vuelvo a olinal en tu sopa.
El caso es que, si eres cliente frecuente de un lugar, puedes pedir buen servicio, pero no te conviene enojar a los que te lo dan.
En los restaurantes lo cargar con impuestos a las propinas es un abuso relativamente fácil de cometer; pero, ¿y en las gasolineras? Suelo dejarles unos pesos a quienes me revisan las llantas, el aceite y el enfriador luego de poner gasolina en mi auto. Y esas propinas, ¿deberían pagar impuestos? ¿Qué hay del muchacho que me lleva las verduras y frutas del mercado a mi casa? ¿Debería pagar impuestos por los quetzales que le doy de agradecimiento?
Si así van las cosas, los extorsionistas que te cobran por cuidarte el carro en algunas calles también deberían pagar impuestos.
LuisFi
el apetito no conoce límites.
Solo eso nos faltaba. Para eso sí son creativos.
Ya es un abuso que en la mayoría de restaurantes la propina va incluida. Eso protege a los meseros contra las personas tacañas pero no siempre implica un buen servicio porque saben que nos atiendan bien o mal, van a recibir propina. Pero si el gobierno no se mete, todavía tenemos la opción de no dejar una buena propina si el servico estuvo mediocre o de dejar más si el servicio fue excelente.
La verdad es que a mi me encanta que me atienda una persona amable y amigable y trato de ser lo más herida que puedo con las propinas y a veces hay personas que nos dan mal servicio, es cierto, y de todos se les deja algo para que se pongan contentos y traten de dar mejor servicio, pero eso no quiere decir que ellos tengan que pagar impuestos sobre algo que es voluntario como una propina , aquí en Chicago hay un restaurante que se llama Wholly frijoles y los dueños no pueden soportar que los meseros se lleven tanto dinero de propina, que los meseros tienen que pagarle al dueño por cada mesa que atienden!