El Vaticano y la ONU enfrentados

Por ahí anda circulando un documento que invita a recoger firmas para defender al Vaticano contra la condena de parte del Comité para los Derechos del Niño de las Naciones Unidas por el encubrimiento -por décadas- de sacerdotes que abusaban de menores.  Yo, ¡por supuesto!, no lo voy a firmar.

En las conclusiones del informe, la ONU urgió a la dirigencia de la iglesia católica a apartar de inmediato de sus funciones a todos los autores conocidos y sospechosos de abusos sexuales a niños, y denunciarlos a las autoridades competentes para que los investiguen y procesen.  Y el Vaticano, por supuesto, se enfureció con el informe y las demandas de la ONU. El Vaticano dijo que deplora lo que considera el intento de un comité de las Naciones Unidas de interferir con su magisterio sobre el aborto y la anticoncepción por medio del devastador informe sobre el escándalo provocado por los abusos sexuales de sacerdotes.

Si el Vaticano y la iglesia católica fueran una organización privada voluntaria de servicio como cualquiera otra, sería inadmisible que la ONU tratara de imponer su agenda en materia de sus normativas internas (Derecho Canónico), sus estilos particulares en las escuelas de las que son propietarios, o de los libros que editan sus editoriales.  Pero ahí está que el Vaticano es un estado y además ocupa un puesto de observador en la ONU.  El Vaticano es parte voluntaria del sistema de la ONU. ¿Alguien los forzó a meterse a la ONU?

Por otro lado, la ONU no es una organización moralmente neutral.  La criminal Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la dictadura de Putin ocupan puestos permanentes en su Consejo de Seguridad.  La ONU ha jugado papeles muy cuestionables en casos como los de Ruanda y Siria para mencionar sólo dos.  La ONU es una organización tan corrupta como puede serlo. Y epur si muove.

Tan sólo ayer la congregación ultraconservadora Legión de Cristo hizo un monumental intento de romper con su atroz pasado marcado por la pedofilia de su fundador, el mexicano Marcial Maciel, y sueña con renacer de la mano de Jorge Mario Bergoglio. Queremos expresar nuestro hondo pesar por el abuso de seminaristas menores de edad, los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario de su autoridad y de bienes, el consumo desmesurado de medicamentos adictivos y el haber presentado (Maciel) como propios escritos publicados por terceros, sostiene la petición oficial de perdón, en la que expresa también su solidaridad con las víctimas.

Esto no se trata de si el comal le dijo a la olla.  Si, es cierto que la ONU no tiene altura moral alguna; pero también es cierto que los crimenes que se le sañalan a la jerarquía católica y al Vaticano -por encubrimiento- son crimenes y no otra cosa.  Y también es cierto que el Vaticano, como lo señalé arriba, forma parte voluntaria del sistema de la ONU.

Igual pasa con Guatemala.  Aquí vienen, cada tanto, procónsules de la ONU a decirnos cómo debemos conducir nuestros asuntos y a somatar la mesa.  Pero la culpa no es del loro sino de quien le enseña a hablar.  Vienen por que hay chapines que los invitan.  Vienen porque hay chapines a quienes les conviene que Guatemala sea señalada.  Vienen porque somos parte del sistema de la ONU.  El día que no nos guste, damos las gracias, decimos adiós y nos vamos; pero mientras tanto, a aguantar.

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  1. Geraldine Pearse

    Demasiados años encubrió el Vaticano a esos degenerados, a quienes lejos de ponerlos en manos de la ley del mundo real, los premiaba mandándolos a otra iglesia. Aunque sea un caso típico del burro hablando de orejas, por lo menos que la ONU sirva de algo.