Escasez de mano de obra y una lección de Economía 101

Los granjeros de California y de otros estados de la Costa Oeste de los Estados Unidos de América dicen que no pueden encontrar suficientes brazos para recoger cosechas de uvas, pimientos, manzanas y peras; y en consecuencia:

  • Los trabajadores se han marchado, atraídos por ofertas de mejor paga y un trabajo menos duro en otras partes.
  • En California el salario ha aumentado entre dos y tres dólares sobre el salario mínimo de ocho dólares la hora, e incluso más para los que trabajan a destajo.
  • La falta de mano de obra ha llevado a algunos agricultores a ofrecer incentivos poco comunes: les compran comida a los trabajadores, les pagan el transporte hacia y desde los campos e incluso les pagan bonificaciones a los que se queden toda la temporada.

¿Cuándo suben los salarios y mejora la calidad de los empleos disponibles? Cuando hay más demanda de trabajadores, que oferta de trabajadores? ¡Esto es una clase de Economía 101!  Por esto es importante el ahorro.  Del ahorro sale el capital y del capital salen más fábricas, más comercios y más campos sembrados.  Cuando hay más inversiones productivas, hay más puestos de trabajo y hay mejores salarios.

Claro que en el caso que comentamos las mejoras para los trabajadores no son consecuencia de políticas económicas sanas; sino de la innecesaria y artificial extensión de la crisis económica, y de las políticas antimigratorias en aquel país del Norte. Empero, el principio funciona igual: Los salarios y la calidad de los empleos mejoran cuando hay más demanda de trabajadores, que oferta de trabajadores.

En ese contexto sugiero que abandonemos las viejas prácticas que multiplican la miseria y que atendamos la advertencia de Ludwig von Mises: El saber acumulado por la ciencia económica forma parte fundamental de la civilización: es el basamento sobre el que se han edificado el moderno industrialismo y todos los triunfos morales, intelectuales, técnicos y terapéuticos alcanzados por el hombre a lo largo de las últimas centurias. El género humano decidirá si quiere hacer uso adecuado del inapreciado tesoro de conocimientos que este acervo supone o si, por el contrario, prefiere no utilizarlo. Si los hombres deciden prescindir de tan espléndidos hallazgos y menospreciar sus enseñanzas, no por ello ciertamente desvirtuarán la ciencia económica; se limitarán a destruir la sociedad y el género humano.

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