¿Para qué sirve un presidente?

El domingo vimos a Otto Pérez Molina, el presidente de la República, montado en su motaza (¿sin chaleco y sin casco con el número de la placa de su vehículo como lo manda la ley?) encabezando la Caravana de El Zorro.  Hoy nos lo encontramos -en la portada de Siglo21- cabalgando en Mixco, donde su hijo es el alcalde.

Propongo que él y su administración se dediquen a eso.  Que dejen de multiplicar la legislación y de castigar con impuestos a la gente.  Que se dediquen a montar moto, a cabalgar y a desfilar.  Que vayan a las ferias y que paseen abrazando ancianas y besando niños. Que bailen en los parques y que salten cuerda.

Lo anterior, por cierto, me recordó a Miguel Ydígoras Fuentes que cuentan que una vez se puso a saltar cuerda en el Parque Central para demostrar que, a pesar de su edad avanzada, todavía era un hombre fuerte. En la noticia que ilustra esta nota, tomada de El Imparcial de 1957, se cuenta que el Presidente y su homólogo de Costa Rica, Mario Echandi, bailaron el son (baile nacional chapín) en el parque de San José.

Antanás Mokus, candidato presidencial de Colombia, hacía cosas como vestirse de superhéroe (con tights) y casarse en una pista de circo; y en alguna ocasión les enseñó el trasero (mooning) a un grupo de estudiantes.

Abdalá Bucarám, de Ecuador, fue removido del cargo por incapacidad metal; y a él se le deben frases como:
  • Yo soy el candidato de los que rayan con una chapa de cerveza los Mercedes Benz.
  • Yo tengo los huevos más gruesos que los de León Febres. Mejor dicho, yo tengo huevos y Febres no los tiene.
  • Me siento totalmente Rambo. ¡Soy el loco00!
  • Ya llegó papá más loco que nunca.
En estos contextos, que los pipoldermos chapines se dedicaran a pasearse en moto, a caballo, o como sea en ferias y festividades no se vería tan mal.  Que entretengan a la gente y que dejen de regular sus vidas y de empeorar su situación económica.

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  1. Ezequiel Pineda

    Yo tengo una mejor idea, eliminar por completo la figura de presidente, si el poder definitivo está en el Congreso enfocarnos en que sea un organismo funcional y lo más decente que se pueda, que tengamos real poder y podamos echar a la calle al mínimo desliz a esos infelices personajes, con un intento de corrupción, con una mala prensa, que los hagamos tener vergüenza moral que ahora no la tienen en lo absoluto. Que ser funcionario público sea un honor para los mejores guatemaltecos y no una oportunidad de enriquecimiento fácil.