Desde 1961 Cuba ha sido un inmenso campo de concentración de casi 110 mil kilómetros cuadrados. Una prisión regida, además, por una dictadura totalitaria y colectivista que ha sumido a los cubanos en la miseria.
Luego de 51 años, la dictadura ha cedido y -como en el mundo libre- los cubanos podrán viajar fuera de la isla con sólo su pasaporte. Ya no necesitarán permiso expreso de los sátrapas.
Por supuesto que la pobreza impedirá que se vean turistas cubanos por el mundo, como no sean los funcionarios y la clientela del régimen, que de por sí hacen lo que se les antoje. Si la posibilidad de viajar se hace realidad, activistas como Yoani Sánchez y Berta Soler, para mencionar dos, podrán viajar para recibir reconocimientos por su lucha contra la tiranía. Está por verse como se desarrolla esta ventana que se abre para el pueblo cubano, víctima del paraíso socialista.