La fiesta del 14 estuvo muy alegre

Como en otros años, desde hace varios años, me gusta pasar la fiesta del 14 de septiembre en las calles para disfrutar de la candidez de la celebración y de la alegría de la gente.   Me emocionan y me conmueven las familias y los grupos de gente que salen con antorchas; y los que salen con sus bandas, o salen a apoyar a sus bandas preferidas.

Este año la novedad es que vi que en muchas empresas hubo celebraciones con música y de todo.  Otra novedad fue la de sombreros al estilo Dr. Seuss, pero en colores azul y blanco.  Me cayeron muy en gracia un grupo de patinadores y otro grupo que salió con sus perros.  No faltaron los grupos de jóvenes en bicicletas que antes eran muy divertidos en la fuente del Monumento a los Próceres.

Como en otras ocasiones dejé el auto en la Torre de Estacionamiento y caminé por la Sexta viendo y aplaudiendo alas bandas que venían de la Plaza de la Constitución.  Me gusta mucho cómo es que estas han evolucionado de los ritmos marciales sencillos que se usaban en mis tiempos, a los ritmos musicales complejos  y a las coreografías que están de moda ahora.  Me da mucha alegría ver a los jóvenes luciéndo sus talentos y gozando de los aplausos de la gente.  Es evidente que los chicos se gozan la experiencia.

Luego de caminar por la Sexta me encontré con unos amigos en el Pasaje Rubio, donde una chibola de cerveza mixta es un must; y de ahí cruzamos la Plaza de la Constitución rumbo las inmediaciones de La Merced en donde comimos muy sabroso y cantamos canciones ochenteras en uno de mis restaurantes favoritos del Centro Histórico

Al volver nos detuvimos en la Plaza de la Constitución para ver cómo izaban la bandera.  Fue una ceremonia muy digna con 21 salvas y todo.  Aunque la mosca en la sopa siempre la ponen los pipoldermos.  El jefe de los de turno se echó un discurso que parecía hecho hacía seis meses; y en el que dos veces se refirió negativamente a a las pasiones individuales. ¿Preferirá las pasiones colectivas?  Si bien las pasiones son sentimientos intensos que dominan la voluntad y pueden perturbar la razón, si hay que escoger yo las prefiero individuales, que colectivas.  Pero por otro lado, también se entiende por pasiones a las aficiones, o inclinaciones vivas por alguien , o por algo: como la pasión por la libertad.  ¿Cómo podría ser negativa, en ese sentido, una pasión por algo como la libertad?  Pasión también es el entusiasmo que se pone en algo que se hace, o se defiende.  A mí me da la impresión, por ejemplo, que los jóvenes que participan en las bandas, los que van en patines, los que llevan a sus perros, los que usan sombreros altos de colores azul y blanco, y los shutes que vamos a disfrutar de la fiesta en la calle, con la gente, le ponemos entusiasmo o pasión a esta celebración.  ¿Por qué es que esa pasión individual que cada uno de nosotros le pone al asunto es digna de dos reproches en un discurso presidencial?

En la plaza la gente cantó con alegría los himnos de Centroamérica y de Guatemala, la gente -y los niños en particular- gozaron y disfrutaron los fuegos artificiales y la lluvia de papelitos que cayo del cielo.  ¡A esas fiestas uno debe ir de la mano con su niño interior!  Y si el tuyo ya no está disponible -para tu desgracia- no te niegues la oportunidad de ver la celebración a través de los las miradas y los ojos de los niños que se hallan en las calles, y en la plaza.  Todo es dos veces más divertido, más maravilloso, y más intenso de esa forma.

¿Será por eso que a los columnistas de izquierdas y a los dirigentes populares les incomoda estas fiestas? ¿Será por eso que cada años dirigen sus fusiles de tinta y sus galíos contra los desfiles, las antorchas y otras formas populares de celebración y diversión? ¿Será que les incomoda que la gente celebre con candidez y alegría lo que ellos preferirían que fuera oscuro, snob e ininteligible?  ¡Ah como odian esta celebración aquellas gentes!  ¡Como quisieran que en vez de banderas azul y blanco las hubiera de colores rojo y negro!  ¡Como quisieran que en vez de quetzales y monjas blancas hubiera fotos del che Guevara!  Entonces no renegarían de los desfiles.

Ahora bien, ¿por qué es que un libertario que sabe que el nacionalismo es perverso se goza de esta celebración de Independencia?  Pues primero porque es una fiesta alegre.  Luego porque me recuerda mi infancia.  Un poco porque hace escupir bilis a los que ya mencioné arriba.  De plano porque no involucro en ella al nacionalismo, ni al patriotismo.  Y mil y una veces porque -aunque no se entienda bien- me gusta celebrar la libertad.  ¡Mi pasión individual es la libertad!; y cuando ando en las calles con mis amigos y entre un montón de gente que anda contenta y celebrando me gusta que sea con el lema de Libertad 15 de septiembre de 1821.

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