El primer postre de temporada que hicimos en casa, hoy, es el de mangos en dulce. La casa se llenó de su aroma y a mí me gusta mucho su color, aparte de su sabor.
La receta original es con miel de azúcar y canela; pero en casa nos gusta darle un toque con pimienta negra, pimienta gorda y clavo, especias que resaltan el sabor natural de la fruta. Ahora se están enfriando y mañana me los gozaré en el desayuno.
Promovamos la película ÁGORA, actualmente en cartelera en Guatemala.
Me parece que los guatemaltecos que apreciamos la ciencia y la libertad de pensamiento deberíamos hacer algún esfuerzo (un esfuerzo personal de cada uno) por promover la película ÁGORA. Casi dos años después de que fuera estrenada en el Festival de Cannes, salas de cine de nuestro país la exhiben. Es usual en esta época de Semana Santa resignarse a la presencia, en los cines y en la televisión, de producciones que repiten los lugares comunes de las supersticiones religiosas dominantes. Me refiero, por ejemplo, a cierta película espantosa y antisemita de Mel Gibson. Me refiero (también) a películas más viejas, como algunas que protagonizó Charlton Heston. Me refiero asimismo a QUO VADIS?, que contaba a su público, ya entonces por millonésima vez, que el cristianismo fue una religión perseguida por los romanos antes de Constantino. ÁGORA, dirigida por Alejandro Amenábar, nos hace considerar otra parte de la historia: cómo la fe cristiana, a medida que la adoptaban más y más personas, se fue convirtiendo, de manera oportunista, en la consabida fuerza social que, ebria de poder, perdura en nuestro tiempo. Sobre todo, ÁGORA nos habla de Hipatia, quien fue una admirable heroína de la ciencia y del feminismo. Su protagónico papel es interpretado por Rachel Weisz. (Protagónicas son también la ciudad de Alejandría y su biblioteca). Por su parte, nuestro compatriota Oscar Isaac interpreta a Orestes, un personaje central en el guion, de modo que el mero nacionalismo es otra razón para ver este filme.