San Nicolás, no se esponje

Alvaro San Nicolás Colom se quejó de que las críticas contra su desastre de administración son severas y salvajes, y a veces abusivas; y si eso fuera cierto, ¿Por qué sería?

-Talvez por los 19 muertos diarios a causa de la ineptitud de su administración para proporcionar seguridad ciudadana y para evitar la impunidad.
-Talvez porque casi no hay día del año en el que no se descubra algún acto de corrupción en el que están involucrados su clientela, empresas fantasmas, y otras artimañas.
-Talvez porque su esposa está haciendo campaña política con el dinero de los tributarios.
-Talvez porque se gasta Q1.5 millones en traer un cuadro para propaganda, pero no atiende las necesidades en las escuelas y en los hospitales.
-Talvez porque la gente está desesperada viendo cómo el país se cae en pedazos, mientras que a La pareja presidencial lo único que le importa es no dejar el poder para que no le pase lo que le pasó a Alfonso Portillo y a Juan Francisco Reyes.
-Talvez porque es evidente que su administración está estableciendo un cerco para asfixiar la libertad de expresión.
-Talvez es porque le gente está harta de tanta ineptitud, de tanta corrupción y de tanto descaro.
-Talvez es porque la gente está harta de pagar para que los funcionarios coman en restaurantes de primera, y duerman en hoteles de cinco estrellas, mientras que faltan medicinas y faltan pupitres.
-Cándido dice que es porque es difícil tenerle respeto a autoridades sin autoridad moral; pero quien sabe.  Quizás es por todo eso, o por nada de eso.

Adicionalmente, en el discurso en el que se quejó, San Nicolás hizo mención de los empresaurios; especie de buscadores de rentas parasitarias que medran y prosperan al amparo del prespuesto del estado, o de privilegios obtenidos políticamente y alegremente dispensados por los políticos socialistas y sus funcionarios, muchas veces en connivencia.

Yo siempre he creído que el término fue acuñado por el amigo ecuatoriano Rómulo López Sabando y es frecuentemente utilizado en Carpe Diem.  Es bueno que distinga a los empresaurios despreciables, de los empresarios.  Héroes estos, que generan y ponen a disposición de sus clientes bienes y servicios, satisfacen necesidades, ahorran recursos y facilitan transacciones, sirven a los consumidores, pagan todos los salarios del país, patrocinan actividades culturales y organizaciones de benevolencia.  Todo ello de forma pacífica y voluntaria, como debe ser.

San Nicolás debería derramar menos bilis. ¡No se esponje!

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