Lo primero que me impresionó -al entrar en contacto con el barro- fue la sensación de un encuentro directo, íntimo y sensual con la tierra y el agua. Algo básico y primordial, como cuando uno hace pan. Ayer tuve mi primera experiencia en un
torno de alfarería gracias a la gentileza de Kira Sapper, y a la paciencia y la guía de don José León.
Don José León centró la pella en el torno, me enseñó como colocar mis pies y hacer girar la máquina (que él construyó), me mostró como mojar mis manos y cómo usar los dedos. Y por supuesto que manejar el torno es como comer con palillos chinos, o como pararse en una hamaca: parece fácil, pero no lo es.
Me emocioné mucho cuando sentí el contacto del barro con mis manos, cuando sentí que estas le daban forma a la pella y cuando esta respondía a los movimientos y las presiones de mis dedos. Valga la metáfora: el barro cobra vida y se da generoso. Y como todo en la naturaleza, para ser gobernado, debe ser obedecido.
Don José León hizo una pequeña escudilla y un pequeño jarro que debería haber imitado; empero, mi escudilla pareció salir de una pintura de relojes de
Salvador Dalí. Pero eso no era lo importante. Lo que de verdad contó…y mucho, fue el descubrimiento de esta experiencia.
Además, la pasamos re bien con mi amigos Marta Yolanda, Carol, José y Raúl.
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This entry was posted on lunes, abril 19th, 2010 at 10:59 am and is filed under diversión.
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El proceso de creación, siempre es satisfactorio.El crear algo que no existía antes, produce una sensación embriagante.¿Este taller es de acceso público, podría ir cualquiera a experimentar, o fue una actividad eventual que realizaron ustedes?Saludos.
Hola Pepe. Es un taller privado, fijate vos. Saludos
Gracias, de repente conocés de algún lugar a donde uno pueda ir a probar y que sea abierto, me gustaría poder experimentar algo.Saludos.