02
Mar 10

El Cacif en el paso de las Termópilas

Ninguna administración-en ningún tiempo y en ninguna parte del mundo- tiene autoridad moral para pedir más, y más recursos de los tributarios si antes no les comprueba, de forma inequívoca, que ha hecho tres cosas:


1. Acabar con la corrupción;
2. Acabar con el desperdicio y la mala administración; y
3. Acabar con las partidas presupuestarias que sirven para satisfacer las necesidades particulares de grupos de interés específicos que se sirven del presupuesto.

Si la administración no puede hacerse responsable de cuidar el buen uso del dinero que les quita a los tributarios, es moralmente inaceptable que se atreva a pedirles más; y es moralmente cuestionable que los contribuyentes arrinconen a los tributarios para que estos se rindan ante la corrupción, el desperdicio y la repartición de privilegios.

Por eso me ha parecido muy atinada la posición del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras en cuanto a suspender en forma temporal su participación en las dos mesas de trabajo con el Gobierno, en las cuales se abordan los temas social y de seguridad. La cúpula emrpesarial afirmó que mantendrá esa posición mientras no se aclaren las razones por las que fue destituido Raúl Velásquez como ministro de Gobernación y los hechos que llevaron a la salida de Bienvenido Argueta de Educación, áreas que considera prioritarias en la agenda gubernamental.

Soy de la opinión que -en todo caso- si la administración quiere negociar más impuesto,s debe hacerlo con todos los tributarios; y no sólo con los empresarios agrupados en el Cacif. Empero, si así es como son las cosas, los miembros de aquel comité están en la posición de Leonidas y los 300 espartanos en el paso de las Termópilas. Sobre ellos descansa la responsabilidad de proteger a los tributarios contra la expoliación; y de obligar a la administración a limpiar las finanzas públicas antes de pedir más plata.

01
Mar 10

¿Qué está tramando Quezada?

Una de las visitas más notorias que recibió Alfonso Pollo Ronco Portillo, durante sus primeros días en prisión, fue la de Rodolfo Quezada, el cardenal chapín. Y uno podría interpretar que la visita del Príncipe de la Iglesia se debería a la práctica de aquella obra de misericordia corporal que consiste en asistir a los presos.


Empero, como se trata de que le máximo jerarca de la iglesia católica en el país visita a un expresidente, la cosa no es tan sencilla. Y este no es un expresidente cualquiera el Preet fiscal Bhrara, encargado de perseguir a Portillo, desde Nueva York, declaró que Alfonso Portillo está acusado de convertir la oficina de la presidencia de Guatemala en su cajero automático personal. Por medio de varios supuestos esquemas de malversación, incluyendo uno que involucró $1.5 millones que se tenía la intención fueran destinados para niños de escuelas guatemaltecas, Portillo abusó de la confianza de la gente de su nación. La cortesía del Purpurado con el expresidente acusado de conspirar para lavar dinero fruto de la malversación no puede sino verse en ese contexto.


Y hoy apareció el peine: como en Fraijanes II guarda prisión el expresidente, acusado en una corte de Nueva York, Quezada asegura que a ese reclusorio le dicen Guantánamo II. ¿Qué trama el Cardenal? ¿Quiénes y en qué contexto le dicen Guantánamo II a Fraijanes II? ¿A qué viene esa comparación? ¿Qué se traen Quezada y Portillo?

01
Mar 10

Carlos Fajardo, la prosperidad y la benevolencia

Don Carlos Fajardo no cree que el individualismo mejore la calidad de vida de las personas porque no ha podido establecer la relación que hay entre un ambiente propicio para la creación de riqueza, la riqueza, y el bienestar. Y quizás estas evidencias nos ayuden en ese asunto.

Hola don Carlos. Si usted chequea cuáles son los países en los que hay más libertad económica (y en general mejor respeto a los derechos individuales) y luego chequea en qué países hay un mejor índice de desarrollo humano, va a encontrar con que la gente vive mejor en los países donde hay más libertad. La gente goza de mayor bienestar, de más desarrollo y de mejor nivel de vida, en aquellos países donde hay una tradición de respeto a la libertad y a los otros derechos individuales.

Se va a encontrar con que la gente vive mal, o peor, en aquellos países donde la libertad, la vida y la propiedad, así como el derecho a la búsqueda de la felicidad, no son, ni han sido respetados.

No me crea; véalo en: el Indice de Libertad Económica y véalo en el Indice de Desarrollo Humano.

De verdad creo que si aspiramos a ayudar a los pobres, lo mejor que podríamos hacer es fundar un sistema que no los haga depender de la caridad y menos, aún, de los favores políticos. Yo digo que sería mejor fundar un sistema en el que hubiera oportunidades. Oportunidades para tener mejores empleos, mejores salarios y hasta para fundar y multiplicar sus propias empresas. La idea sería crear riqueza, en vez de sólo repartir lo que hay. Honestamente, creo que es mejor ayudar a los pobres con oportunidades, que con limosnas y con caridades. Lo cual no excluye la benevolencia, ¡para nada!, especialmente en casos de emergencias, desastres naturales y otras calamidades. La gente del corredor seco, en Guatemala, por ejemplo, necesita desesperadamente que les echemos una mano.

Usted pone en duda que la gente sea más generosa cuando le sobran más recursos. Y si bien es cierto que la benevolencia no es exclusiva de ningún grupo social, o es cierto que aún en la miseria más desesperante la gente comparte y es generosa con los más necesitados, también es cierto que más tiene la gente, más puede dar. Eso es sólo cuestión de aritmética.

No conozco rico alguno que no tenga por lo menos una obra de benevolencia favorita. Los ricos apoyan fundaciones para combatir enfermedades, para combatir el analfabetismo, el hambre, la mendicidad, el abandono, y muchas otras cosas indeseables.

Por cierto, ¿sabía usted que las mujeres ricas dan más que los hombres ricos? Ricos como Bill Gates y Warren Buffett – además de crear riqueza y hacer nuestras vidas más cómodas– dan millones y millones para todo tipo de causas artísticas, científicas, y de lucha contra la pobreza. Lo mismo hicieron Rockefeller, Mellon, Carnegie, Vanderbilt y otros Y aquí en Guatemala es lo mismo. Busque una obra de benevolencia significativa y en su junta directiva encontrará a los ricos locales.

A nivel de países, los países pobres reciben millones y millones de dólares en ayuda de los ricos en los países ricos. Esa ayuda llega directamente por medio de individuos, fundaciones y clubes de servicio; e indirectamente por medio de la cooperación internacional. Las víctimas de tsunamis en Asia, sequías en Africa, huracanes en Honduras, Guatemala y Nueva Orleans, terremotos en Turquía y en Haití y otros desastres naturales reciben generosas ayudas monetarias, tecnológicas y científicas de parte de los ricos en los países ricos. Y aunque los terremotos sean más fuertes en los países prósperos (y libres) como Chile; hacen menos daño que en países pobres (y no libres) como Haití. Y en muchos países ricos existe una cultura de benevolencia. No me crea a mí; por favor, vea las cifras.