Alfonso Portillo se va para Nueva York. El Tribunal Quinto de Sentencia resolvió declarar procedente la solicitud de extradición del ex presidente Alfonso Portillo, a quien la justicia de los Estados Unidos de América reclama por conspirar para lavar no menos de $70 millones. Portillo será enjuiciado por una corte federal de Nueva York; pero antes de ser enviado al país del norte tendrá que solventar su situación jurídica por el caso de peculado de Q120 millones en el Ejército, el cual está a cargo del Juzgado Quinto de Instancia Penal.
Celebro la decisión y me pregunto: ¿quiénes serán los siguientes? Pero, al mismo tiempo hay algo que me inquieta: Portillo cantará New York, New York y Jailhouse rock no porque los guatemaltecos lo hayamos mandado para allá -por sinvergüenza-, sino porque el Tío Sam lo mandó a traer, por delitos cometidos allá. Eso es una pena porque confirma que los chapines sí necesitamos tecomates para nadar y que todavía no tenemos ni las agallas, ni las instituciones necesarias para defendernos de los políticos depredadores. Me inquieta también que, con todo lo que ha de saber, ¿cuánto tiempo va a durar Portillo en una cárcel chapina de esas en las que ocurren cosas misteriosas? Si a Bernie Madoff lo acaban de trancacear en una prisión de Carolina del Norte, ¿quién va a garantizar la seguridad de Portillo en Pavón, o en Pavoncito? Lo mejor sería que se lo lleven cuanto antes a Nueva York y que, desde allá cuente todo lo que sabe.
Inquietante es, también, que los jueces y sus familias hayan sido amenazados durante la audiencia en la que se trató la extradición de Portillo.
Con todo y todo el proceso que se le sigue al Pollo Ronco es un mensaje alto y claro, no sólo para nuestros propios políticos depredadores, sino para todos sus colegas de América Latina.
