La Constitución está ausente

Este es el supuesto monumento a la Constitución de Guatemala, mismo que se halla junto al obelisco que celebra a los próceres de la Independencia de Centroamérica. Digo supuesto, porque en él, el texto constitucional está ausente. De la misma forma en que está ausente en la vida cívica y política de los guatemaltecos. Ahí está la caja de vidrio blindado, ahí están dos pomposas placas de bronce y ahí está el espacio vacío que debería ocupar la Ley Fundamental.

¿A usted le extraña? A mí no. Normas constitucionales como la de que el ejercicio del poder está limitado por la Constitución y la ley; o la de que el imperio de la ley se extiende a todas las personas que se encuentren en el territorio de la República; o la de que los funcionarios son depositarios de la autoridad, responsables legalmente por su conducta oficial, sujetos a la ley y jamás superiores a ella, o la de que los funcionarios están al servicio del estado y no de partido político alguno, son normas que nadie en el poder toma en serio y que, por lo tanto, son casi inexistentes, como el texto que debería estar en el monumento.
Cuando los diputados aprueban una ley de armas que les da el privilegio de no registrar las suyas, por ejemplo, es un caso en el que se hace evidente que lo que digo en el párrafo anterior no es una exageración.
Curiosamente, una de las primeras entradas en Carpe Diem fue respecto a este monumento y el simbolismo que tiene el hecho de que el texto constitucional que supuestamente protege y exalta, siempre esté deteriorado, o esté ausente.


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