“Por cumplir a tiempo”, dice Luciano Ricotte en Prensa Libre, “pagué la auditoría del Impuesto Sobre la Renta, y ahora determinan que no es necesaria. Es una regla que en Guatemala se deben hacer las cosas en último momento y los cumplidos siempre perdemos”.
El lector tiene razón en eso de que, en nuestro país, algunas cosas se hacen muy al revés en perjuicio de los cumplidos y de los puntuales. Por ejemplo, la mayoría de actos, cenas, reuniones y encuentros, empiezan tarde, no en atención a la gente que ha llegado puntual, sino a la espera de los que llegan impuntuales. A mí, eso me parece una desconsideración injustificable. Pero parece que así es como les parece correcto a los chapines.
Cuando Ricotte dice que los cumplidos siempre perdemos, estoy de acuerdo en el contexto citado. Empero, difiero con él en el caso del pago de los impuestos. Verá usted: ideologías aparte, los impuestos son dinero que es tomado de unos, por la fuerza; y asignado a otros de forma política y arbitraria. En mi pueblo a eso le decían robo; pero hay ambientes en los que no se cuestiona la facultad que tienen unos de vivir a costa de otros, y bueno…así la vamos pasando.
Si entendemos que hay grupos de interés que usan la ley y el gobierno para sacarle dinero a los tributarios; nos damos cuenta de que pagar a tiempo es abdicar al derecho de resistencia. Cuando el tributario paga en el último momento, cumple con la ley, pero no incurre sumisión. La cuestión es que a mucha gente la han educado en la creencia de que es bueno que la víctima consienta su sacrificio; y yo creo que eso es perverso.
Lamento que Ricotte haya consentido su sacrificio; pero perder por conocer, no es exactamente perder. Los tributarios debemos obedecer la ley para no caer víctimas del uso de la fuerza; y porque nos conviene que se conserve el orden. Sin embargo, no estamos obligados a facilitarles a los rentistas parasitarios el éxito de sus gestiones. Recordemos que el éxito de los malos, se facilita por la complacencia de los buenos.