Alla por julio de 2008, el dólar andaba por Q7.38 por uno; y podría haber estado más barato si el Banco de Guatemala no hubiera mantenido artificialmente aquel precio para favorecer a un sector de la economía. En mayo anterior, un grupo de empresaurios exportadores le había pedido a la autoridad monetaria que no dejara que el dólar se abaratara porque eso los perjudicaba.
Como consecuencia, los guatemaltecos no pudimos aprovechar los dólares baratos cuando estaban baratos. Y ahora que los dólares están caros, todos estamos más fregados. Fregados porque el dólar anda por Q8.15 por uno, y más fregados porque nunca tuvimos la oportunidad de aprovechar cuando aquella moneda estaba más accesible.
Así pasa cuando la administración dispensa privilegios y subsidios a grupos específicos. Unos pocos salen ganando, a expensas de todos los demás, y al final no se queda bien ni con unos, ni con otros porque en la medida en que baja el nivel de vida de la mayoría, también bajan las expectativas para los que se beneficiaron en el corto plazo.
¿Será que aprendemos la lección?
Sería mejor que los precios fueran reales para que la gente pudiera hacer su cálculo económico sin datos falsos. Sería mejor que la autoridad monetaria no favoreciera a tirios, ni a troyanos, y que el precio de las divisas cumpliera con su función informativa. Sería bueno que la autoridad monetaria no censurara esa información.