Portentos en el sur de América

Cuando colapsó la estrella de Manuel Antonio Noriega, en Panamá, yo era anchorman y productor de Internacionales en el extinto noticiario Tele Prensa. Y desde esa posición, también vi la invasión de San Salvador por parte del FMLN; y el inicio de la Guerra del Golfo.

De aquél primer acontecimiento, la imágen que tengo grabada es la del Hombre Fuerte panameño agitando un machete y lanzando desafíos contra los gringos y el Imperio. Y de eso me acordé ahora que leo que Hugo Chávez, de Venezuela, gritó: ¡Váyanse al carajo, yanquies de mierda!”; frase que ha de agitarles las hormonas a los lectores de Las venas abiertas de América Latina y de las obras de H. D. Steffan; pero que a mí me recuerdan la bravuconada de Noriega, y el cuerpo colgado de Sadam Hussein.

Cándido, que hoy anda de un buen humor muy particular, me dijo: “¿Sábe qué va a pasar? Evo Morales va a caer porque ya no lo aguantan. Chávez es capaz de mandar al ejército venezolano a defender a Morales. Los gringos no van a permitir una invasión venezolana a Bolivia. La Fernández y el Ortega se van a hundir de tanto brincar y chillar en apoyo al duo Morales-Chávez”.

“Vea que se lo estoy diciendo”, sentenció Cándido.

Yo, por mi parte, dudo que el ejército venezolano se meta en un camote de esos; porque no es así nomás eso de irle a tocar los huevos al toro gringo. Lo que sí es posible es que estemos atestiguando el fin del socialismo del síglo XXI en América Latina. La lástima es que no colapsará por su propia ineptitud y su propia inviabilidad, sino por un enfrentamiento fabricado contra El Imperio, que es su cuco.

Puede ser que la expulsión de embajadores, y toda la algarabía que tiene armada aquel cuarteto, sirva para mantener vivo el mito de que el socialismo funcionaría, si no fuera porque no se le deja ser.

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