” Yo soy el presidente del Congreso y no tengo por qué estar en la picota pública todos los días”, espetó hoy el socialdemócrata Eduardo Meyer; y con esa frase se ha pegado un resbalón de antología. Efectivamente, Meyer es el presidente del Legislativo; y, ¡por ese motivo! sus actos administrativos deben estar sometido al escrutinio público 24/7.
Es tradicional que los pipoldermos se crean una raza superior que, por estar en el ejercicio del poder, está, tambíen por encima del bien y del mal. En la historia política chapina no han faltado los que han creído que las leyes son para los demás y no para ellos. Sin embargo, en Guatemala el poder proviene del pueblo y los funcionarios son depositarios de la autoridad, responsables legalmente por su conducta oficial. Adicionalmente, todos los actos administrativos son públicos y los interesados tienen derecho a obtener, en cualquier tiempo, informaes, copias, reproducciones y certificaciones que solicinte.
Los actos administrativos de los pipoldermos, están sujeto al escrutinio público porque aquellos son cuestiones de interés público, y porque los políticos son personajes públicos.
Si Meyer y otros pipoldermos no quieren estar en la picota pública, que dejen la política y la administración de la república (o sea de la cosa pública); y se dedique a cultivar setas, o a algo tan privado como eso.