- “Es lamentable que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) que años atrás, bajo la conducción de los magistrados Arturo Herbruger Asturias y Mario Guerra Roldán, fue la garantía inconmovible de la realización de procesos electorales transparentes y sin mácula alguna, actualmente genera una percepción de falencias ante la opinión pública nacional e internacional. En efecto, ahora le ha tocado el turno a la Contraloría General de Cuentas y a la Procuraduría General de la Nación señalar que nuestro flamante TSE sería el supuesto responsable de la reelección de candidatos que, solo eso nos faltaba, ¡tienen reparos por mal manejo de fondos del Estado! O sea que el máximo tribunal en asuntos de elecciones permitió la inscripción de candidatos insolventes, que no cumplieron con los requisitos establecidos por la Ley de Probidad”.
- “La desaparición de cinco jóvenes, el viernes recién pasado, y el aparecimiento de sus cadáveres ayer, son hechos preocupantes no solo porque se unan a la larga lista de víctimas de la violencia que asuela al país, sino porque han sido capturados y acusados de haber participado en el crimen dos agentes de la Policía Nacional Civil. Esto acrecienta el temor ciudadano a las autoridades, a quienes se les ve como ofensores, delincuentes y amenaza a la sociedad”.
Si bien es cierto que cuatro de aquellos cinco jóvenes eran delincuentes (y uno de ellos tenía ¡26 ingresos a la cárcel! por robo, agresión y amenazas, entre otros delitos menores), sigue siendo absolutamente inaceptable que las autoridades que deberían protegernos de la delincuencia, sean los protagonistas de asesinatos extrajudiciales, o de asesinatos propios de sicarios.
¿Y dónde me deja lo del Tribunal Supremo Electoral? Si a los chapines no nos queda más que elegir entre mafiosos y otros criminales no es sólo porque no asumamos como nuestra la responsabilidad individual de averiguar por quién fregados estamos votando. Lo que pasa es que los cancerberos no hacen su tarea. Quizás por miedo, quizás por componendas, o quizás por qué se yo que excusa intragable.