18
Nov 14

La recesión en Japón era de esperarse

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Japón, que es la tercera economía del mundo, entró en recesión y añadió más dudas a una ya de por sí débil recuperación mundial. Eso sí, no es cierto que fuera de forma inesperada como se dice en algunos medios.

Todo aquel que conociera de economía austriaca  sabía que las musarañas monetarias, cambiarias, crediticias y tributarias de los economistas japoneses (conocidas como Abenomics en alusión al Primer Ministro nipón) no eran más que keyensianismo, y ya se sabe en qué termina el keyesianismo.  ¿A quién le sorprende?  El gobierno subió el IVA del 5% al 8% ¿De verdad no esperaban daños graves?

En septiembre de 2012 cuando el gobierno japonés anunció que compraría activos para inyectarle más dinero al sistema financiero, era de suponerse que se iba a desatar el monstruo de la inflación.   En abril de 2013, cuando el gobierno japonés anunció que para animar su economía iba a ampliar y a acerlerar la base tributaria (o sea a crear inflación), al estilo keynesiano, comenté que estabamos frente al nacimiento de una pesadilla japonesa…y la pesadilla ya se hizo realidad.  Esto es lo que pasa cuando uno toma en serio a economistas como Paul Krugman.

¿Será por eso que la esposa del pintor Ikuo Hirayama y otros japoneses went Galt a principios de 2013?

La ilustración la tomé de Facebook.


31
Ago 12

El miedo a “La rebelión de Atlas”

Cuando un ganador de un Premio Nobel se ocupa de algo, uno puede suponer que eso es importante. Digo, porque el costo de oportunidad para un personaje de aquellos debe ser elevado. Por eso es que Paul Krugman le dedicó una columna a La rebelión de Atlas.

Krugman trata de ridiculizarla con que es una fantasía (y claro, es una novela de ficción), o con comentarios como que es una novela para jóvenes. ¡Y claro que hay que leerla cuando uno es joven y tiene ideales y principios!; pero uno debe leerla después, para recordar por qué no se debe ser cínico, ni acomodaticio. Krugman trata de impresionarnos al afirmar que Hayek no leyó el discurso de Galt; pero si a eso vamos, Mises, maestro de Hayek, felicitó a Rand y le dijo que la suya no era solo una novela, sino algo mucho más grande y profundo. ¿Qué tal?

La gente como Krugman le teme a La rebelión de Atlas porque es una novela poderosa. De hecho, las artes son vehículos extraordinarios para compartir ideas y llevarlas a todos los rincones.

Giambattista Vico nos explica la importancia de la ficción, la retórica y la gesta en el campo del conocimiento. Los monstruos poéticos (o los personajes larger than life, de las novelas de Rand) nos permiten darle humanidad a lo que no la tiene. Darle sensación de humanidad a ideales como la integridad, o la excelencia, es crear monstruos poéticos. La ficción, pues, es un instrumento maravilloso para fortalecer argumentos éticos, jurídicos y económicos; y La rebelión de Atlas crea monstruos poéticos magníficos que inspiran a aquellos que pueden ser inspirados.

Voy a compartir, contigo, un párrafo de la novela: En nombre de lo mejor que hay en ti, no sacrifiques este mundo a los peores. En nombre de los valores que te mantienen con vida, no permitas que tu visión del hombre sea distorsionada por lo feo, lo cobarde, lo inconsciente en aquellos que nunca han conseguido el título de humanos… No permitas que se extinga tu fuego, chispa a chispa, cada una de ellas irremplazable, en los pantanos sin esperanza de lo aproximado, lo casi, lo no aún, lo nunca jamás. No permitas que perezca el héroe que llevas en tu alma, en solitaria frustración por la vida que merecías pero que nunca pudiste alcanzar. Ahora dime que no se conmovió lo mejor que hay en ti.

Esta columna fue publicada en El Periódico.


12
Ago 10

Gutiérrez, Bauer, Krugman y los vicios del diálogo

Ayer, Miguel Gutiérrez criticó a los libertarios porque decimos que más dinero es igual a más inflación; y él asegura que eso no es cierto. Afirmación que hace en la misma mitad de su artículo en la que afirma que la de la oferta y la demanda es una de las dos únicas leyes que hay en la Economía. ¿Entonces? ¿En qué quedamos?


Si estamos de acuerdo con Gutiérrez en que la Ley de la oferta y la demanda es una de las leyes de la Economía, podemos concluir con facilidad en que, ceteris paribus, si se aumenta la oferta de dólares, o quetzales sin respaldo en el mercado, el valor de estos va a bajar como baja el valor de los aguacates cuando la oferta de estos sube en el mercado. El poder adquisitivo de aquellos dólares, o de los quetzales baja y por eso es que los precios suben, porque cuando baja el precio de los dólares, o de los quetzales se necesita más de estos para comprar cosas. Los precios suben porque los dólares y quetzales valen menos, debido a que el monopolio de la emisión (o sea el gobierno que es el único que puede emitir moneda) emite demasiada y hace que pierda poder adquisitivo. La inflación, que es el crecimiento de la masa monetaria sin respaldo, y su consecuencia que es el alza en los precios, están íntimamente relacionadas con la ley de la oferta y la demanda.

Otra cosa distinta es que el monopolio de la emisión use instrumentos de política (como las políticas cambiaria y crediticia) para tratar de jugarle la vuelta a la Ley de la oferta y la demanda y a la inflación; pero eso no invalida la relación íntima citada, de la misma manera que los aviones no invalidan la Ley de gravedad. Además, es cierto que si bien se le puede jugar la vuelta a la Ley de la oferta y la demanda, como se le puede jugar la vuelta a la Ley de la gravedad, siempre hay que pagar por ello. Así como todo lo que sube, tiene que bajar; todo lo que se haga para tratar de evitar las consecuencias de inflar, tiene consecuencias en términos de tasas de interés y tipo de cambio.

Hay, empero, una forma sana de combatir el alza de precios que es causada por el exceso de moneda sin respaldo o inflación: Como es cuestión de oferta y demanda, y el problema es una excesiva oferta de dinero sin valor, si crece la demanda de esos billetes los precios podrían ajustarse. Y la forma sana y rápida para elevar la demanda de billetes va por la vía de la apertura unilateral de fronteras para el comercio; de modo que una mayor oferta de bienes ayude a balancear la demanda de dinero inflacionista y las consecuencias de la inflación en los precios.

Lo que me motivó a escribir esta entrada, sin embargo, no es la nota técnica anterior; sino el hecho de que Gutiérrez haya empezado sus comentarios agitando una falacia ad verecundiam. Los comentarios de Gutiérrez ocurren porque quiere debatir las críticas que otro columnista, Federico Bauer, le hizo a ciertas recomendaciones de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía. Y Gutiérrez empieza diciendo que Bauer escribió un artículo atrevido; y dice que Bauer tuvo coraje al hablar de temas económicos y criticar al Nobel más respetado en la actualidad.

Da la impresión de que Gutiérrez quiere hacernos creer que los Premios Nobel son, o deberían ser incuestionables e incontestables. Da la impresión de que Gutiérrez quiere hacernos creer que es atrevido y hasta irrespetuoso contradecir a un Nobel, porque es popular y está de moda. Yo digo, en cambio, que debe ser al revés. Todo argumento debería poder ser discutido sin pena alguna por las credenciales del que lo proponga. Digo que a las ideas de gente como Friedrich A. Hayek, Milton Friedman, Vernon L. Smith, James Buchanan y Gary Becker, se las respeta porque tienen sentido; no porque ellos tengan un Premio Nobel, sino ¡a pesar del Nobel!

Un argumento ad verecundiam es una falacia lógica y un recurso retórico que consiste en refutar un argumento, o una afirmación aludiendo al prestigio de la persona opuesta que sustenta el argumento contrario y al supuesto descaro del que se atreve a discutirlo, en lugar de considerar el argumento en sí. Y si bien Gutiérrez trata de discutir los argumentos de Bauer, es muy desafortunado que antes de entrar en materia haya tratado de ningunear a Bauer y de descalificarlo por haberse atrevido a cuestionar a Krugman.

Creo que eso de apelar a la autoridad, apelar a la fuerza, o apelar a otro tipo de falacias parecidas es un vicio del diálogo, y creo que debería ser evitado para que los debates de este tipo sean productivos.