Ayer, Miguel Gutiérrez criticó a los libertarios porque decimos que más dinero es igual a más inflación; y él asegura que eso no es cierto. Afirmación que hace en la misma mitad de su artículo en la que afirma que la de la oferta y la demanda es una de las dos únicas leyes que hay en la Economía. ¿Entonces? ¿En qué quedamos?
Si estamos de acuerdo con Gutiérrez en que la Ley de la oferta y la demanda es una de las leyes de la Economía, podemos concluir con facilidad en que, ceteris paribus, si se aumenta la oferta de dólares, o quetzales sin respaldo en el mercado, el valor de estos va a bajar como baja el valor de los aguacates cuando la oferta de estos sube en el mercado. El poder adquisitivo de aquellos dólares, o de los quetzales baja y por eso es que los precios suben, porque cuando baja el precio de los dólares, o de los quetzales se necesita más de estos para comprar cosas. Los precios suben porque los dólares y quetzales valen menos, debido a que el monopolio de la emisión (o sea el gobierno que es el único que puede emitir moneda) emite demasiada y hace que pierda poder adquisitivo. La inflación, que es el crecimiento de la masa monetaria sin respaldo, y su consecuencia que es el alza en los precios, están íntimamente relacionadas con la ley de la oferta y la demanda.
Otra cosa distinta es que el monopolio de la emisión use instrumentos de política (como las políticas cambiaria y crediticia) para tratar de jugarle la vuelta a la Ley de la oferta y la demanda y a la inflación; pero eso no invalida la relación íntima citada, de la misma manera que los aviones no invalidan la Ley de gravedad. Además, es cierto que si bien se le puede jugar la vuelta a la Ley de la oferta y la demanda, como se le puede jugar la vuelta a la Ley de la gravedad, siempre hay que pagar por ello. Así como todo lo que sube, tiene que bajar; todo lo que se haga para tratar de evitar las consecuencias de inflar, tiene consecuencias en términos de tasas de interés y tipo de cambio.
Hay, empero, una forma sana de combatir el alza de precios que es causada por el exceso de moneda sin respaldo o inflación: Como es cuestión de oferta y demanda, y el problema es una excesiva oferta de dinero sin valor, si crece la demanda de esos billetes los precios podrían ajustarse. Y la forma sana y rápida para elevar la demanda de billetes va por la vía de la apertura unilateral de fronteras para el comercio; de modo que una mayor oferta de bienes ayude a balancear la demanda de dinero inflacionista y las consecuencias de la inflación en los precios.
Lo que me motivó a escribir esta entrada, sin embargo, no es la nota técnica anterior; sino el hecho de que Gutiérrez haya empezado sus comentarios agitando una falacia ad verecundiam. Los comentarios de Gutiérrez ocurren porque quiere debatir las críticas que otro columnista, Federico Bauer, le hizo a ciertas recomendaciones de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía. Y Gutiérrez empieza diciendo que Bauer escribió un artículo atrevido; y dice que Bauer tuvo coraje al hablar de temas económicos y criticar al Nobel más respetado en la actualidad.
Da la impresión de que Gutiérrez quiere hacernos creer que los Premios Nobel son, o deberían ser incuestionables e incontestables. Da la impresión de que Gutiérrez quiere hacernos creer que es atrevido y hasta irrespetuoso contradecir a un Nobel, porque es popular y está de moda. Yo digo, en cambio, que debe ser al revés. Todo argumento debería poder ser discutido sin pena alguna por las credenciales del que lo proponga. Digo que a las ideas de gente como Friedrich A. Hayek, Milton Friedman, Vernon L. Smith, James Buchanan y Gary Becker, se las respeta porque tienen sentido; no porque ellos tengan un Premio Nobel, sino ¡a pesar del Nobel!
Un argumento ad verecundiam es una falacia lógica y un recurso retórico que consiste en refutar un argumento, o una afirmación aludiendo al prestigio de la persona opuesta que sustenta el argumento contrario y al supuesto descaro del que se atreve a discutirlo, en lugar de considerar el argumento en sí. Y si bien Gutiérrez trata de discutir los argumentos de Bauer, es muy desafortunado que antes de entrar en materia haya tratado de ningunear a Bauer y de descalificarlo por haberse atrevido a cuestionar a Krugman.
Creo que eso de apelar a la autoridad, apelar a la fuerza, o apelar a otro tipo de falacias parecidas es un vicio del diálogo, y creo que debería ser evitado para que los debates de este tipo sean productivos.