En Occidente conocemos bastante bien a Jorge Mario Bergoglio, el papa que dice cosas como que hay que amar a la pobreza como si fuera una madre; y afirma que el dinero es el estiércol del diablo. El pontífice verde y enemigo del individualismo; el que exige una redistribución de la riqueza; y afirma que los cristianos no deben acumular riquezas.
Bergoglio y el patriarca Kiril, de Rusia, se encontraron en La Habana, Cuba y se dieron un abrazo por el que, según un titular de Prensa, el mundo esperó mil años. De Kiril sabemos poco; pero es un personaje controversial y cuando lo conoces mejor no te extraña que sea cuate de Bergoglio y que el encuentro haya sido en La Habana, bajo la sombra de Los Castro.
Kirril ha sido acusado de ser parte de la KGB, la espeluznante policía secreta soviética y se afirma que su pesudónimo era Mikhailov.
El patriarca ha sido señalado, por los periódicos Kommersant y Moskovskij Komsomolets de abusar de sus privilegios (al estar exento de impuestos) para dedicarse al negocio de importar cigarrillos. Su fortuna se estima entre $1.5 y $4 billones. Usa un reloj Breguet, que vale £20,000. El Metropolitano ha afirmado que aquello es una campaña política en su contra.
Cuando el grupo Pussy Riots (integrado por tres mujeres, de las cuales dos son madres) fue capturado y condenado a prisión por irrumpir en una catedral y manifestarse contra Vladimir Putin; Kiril las acusó de hacer el trabajo de Satán. La opinión pública criticó a Kirill por no mostrar misericordia y Amnistía Internacional declaró que las integrantes de Pussy Riot eran prisioneras de conciencia.
En 2014 un grupo de monjes del monte Athos lanzó un antatema contra Kiril, otros miembros de la iglesia rusa y Putin a quienes llamó Montón de criminales por hacer que sus hermanos ardan en el fuego interno, en este mundo temporal.
Foto por el Kremlin.ru, CC BY 4.0