02
Ago 13

Clientelismo, inflación e ingobernabilidad

Ve pues.  Hoy leo que hay quienes temen que el endudamiento en el que quieren meternos los pipoldermos podría aumentar la inflación y la ingobernabilidad.  Por gobernabilidad se entienden dos cosas: un grado elevado de cooperación e interacción entre el quienes ejercen el poder y los actores no estatales en el interior de redes de decisiones mixtas públicas y privadas; o bien el conjunto de formas de coordinación de las acciones individuales, entendidas como fuentes primarias de construcción del orden social. Por extensión, gobernabilidad es definida como cualquier forma de coordinación social.

Yo digo que siendo que la sociedad es un Kosmos (o sea un orden espontáneo, en el sentido hayekiano) no debería ser el caso que la coordinación social dependa de los pipoldermos. La provisión de seguridad y justicia podrían serle encargadas a un gobierno bajo la ley; pero la coordinación social no es tarea propia de quienes ejercen el poder.  Es peligroso encargarles la coordinación social.

De la lectura de la nota en cuestión no me extraña que la inflación pudiera causar dificultades para la cooperación y la interacción entre los mandatarios y los mandantes.  Así debería ser porque los mandatarios son los causantes de la inflación, y esta es un impuesto oculto que le roba valor al dinero de las personas y empobrece a los más vulnerables.  En una sociedad sana la inflación debe ser motivo de indignación y de ingobernabilidad.

Es perturbador, eso sí, que la gobernabilidad (como cooperación) dependa de la satisfacción de las demandas de ciertos grupos de interés (académicos, deportivos, empresauriales, culturales, sindicales, o de cualquier otra naturaleza).  La satisfacción del clientelismo (o sea la dependencia que algunos grupos de interés tienen con respecto la concesión de prestaciones obtenidas de parte de la función pública) no debería ser fuente de gobernabilidad.  Y esto sólo ocurre por alcahuetería, y porque todas las partes involucradas (menos los tributarios y los ciudadanos, como tales) se benefician de las inteacciones que ocurren al amparo de la arbitrariedad y de la legislación que perpetúan ese estado de cosas en las que no hay distinción entre los límites de lo privado y lo público.

Al final de cuentas criamos cuervos, y ya sábes lo que pasa cuando crías cuervos.