05
Dic 24

¿Por qué volver a Interfer?

Esperé mucho la Interfer porque esta fue la primera después de los encierros forzados del 2020. Sí está un poco venida a menos, pero es un paseo agradabilísimo que siempre me trae muchos recuerdos, y en casa nos gusta mucho hacerlo.

La gente se lo pasa tan bién en Interfer.

Cuando era niño, mis padres nos llevaban a la gran feria internacional. Recorríamos los pabellones de los países participantes y veíamos maquinaria, exhibiciones agrícolas, procesos industriales y más. Pero ahora ya nada de eso existe. Recorríamos los bazares atiborrados de gente, pero a los niños no nos importaba con tal de que nos compraran algo… aunque fuera ropa a precios de Interfer. Hacia el mediodía, mis padres -y algunos de sus amigos- nos llevaban a almorzar y ellos se entregaban a los placeres de la tertulia y la cerveza, mientras a los niños se nos soltaba con unos pesos para que nos divirtiéramos. En una de esas expediciones recuerdo que compré una tira de cuero con un colmillo, adorno setentero que colgué en mi cuello. Con mis hermanos también compramos pósteres fosforescentes para pegar en nuestro dormitorio, y mi papá, en esa semana, nos compró una luz negra para que lucieran nuestras compras.

Flautas de Las Flautas, y donas de Dixie Donas me hacen feliz.

Durante mucho tiempo dejé de ir a la Feria Internacional porque dejó de serlo y me engento con facilidad. Sin embargo, todavía es muy alegre ir, y la extrañé mucho durante los cuatro años que no se celebró.  Si visitas este Carpe Diem con frecuencia ya sabes que disfruto mucho las fiestas callejeras, las ferias y otros eventos al aire libre en los que las familias se divierten y la pasan bien. 

Aparte de las flautas y de las donas, ¿sabes qué fue mi favorito en esta ocasión? La amabilidad de los vendedores (ya lo dije antes) y los productos de madera de Petén Ché, que están en la sección de minipyme. Tienen unos bolígrafos preciosos hechos en maderas finas peteneras y unos molcajetes hermosos. Y si vas por ahí, pide que te hagan sonar la rana. La rana de madera es un objeto fascinante, no importa la edad que tengas.

Luces, colores, música y algo de frío.

Por cierto que luego de ir en 2019 escribí: «Fuimos el año pasado y la pasamos rebien; pero como ayer fue viernes, había mucha más gente y más ambiente de feria y de fiesta que el día que fuimos en 2018. El año que viene iremos, seguramente, y de plano iremos en el último viernes porque la pirotecnia estuvo chilera». ¡¿Quién iba a decir que nos iban a encerrar y que no iba a haber feria en cuatro años?! Por eso es que hay que gozar la vida cuando se puede. Porque uno nunca sabe si va a haber otra oportunidad.

@luisficarpediem

Esperé mucho la Interfer porque esta fue la primera después de los encierros forzados del 2020. Sí está un poco venida a menos, pero es un paseo agradabilísimo que siempre me trae muchos recuerdos, y en casa nos gusta mucho hacerlo #interfer #feria #fiesta #recuerdos #alegria #luisfi61 #tradicion

♬ sonido original – Luis Figueroa


14
Ago 24

¡Nos encanta la feria!

 

Fuimos a la Feria de Jocotenango en la ciudad de Guatemala y nos gozamos muchísimo ese paseo tradicional y familiar de agosto.

Doña Josefina en la Feria de Jocotenango.

Lo más encantador fue doña Josefina, propietaria Dulces Típicos doña Josefina que atienden su hija, y su nieto, Kendal.  Ellos son de San Juan Comalapa y aunque la propietaria ya sólo atiende en esta feria, la familia hace un circuito de ferias en casi todo el país.  Ahí compramos mazapán, conserva de coco blanca y conserva con panela, también pepitoria, alfinique, chilacayote, colochos de guayaba, dulce de leche y canillitas de leche  y ahí le paramos porque todo se antoja.

Doña Josefina y su familia nos atendieron re bien, con esa amabilidad chapina tan característica y sus dulces son frescos y deliciosos.  Ahora mismo estoy comiendo conserva de coco.

Garnachas y una chelita.

Fuimos Raúl y Carmina, y nos hizo falta Tian (que está estudiando en Alemania); pero Luisa se unió al grupo y espero que se nos una el año próximo. Entre los tres compartimos una porción de churros tradicionales (ni españoles, ni mexicanos) y nos dimos cuenta de que ya no nos conviene comer de todo como antes. Eso sí, le entramos a un plato de garnachas, a una Gallo y tres Tiki en El Trebol.

Buñuelos y moyetes.

Por andar platicando y riéndonos se nos olvidó ir a por elotes asados, que a mi me encantan con limón y sal.  Lo que no se me olvidó fue echarme un par de tiros al blanco con los que conseguí dos llaveros.

Yours truly en el tiro al blanco.

A la feria vamos todos los años desde 2011 (con excepción del 2020 por el encierro forzado, el 2021 porque no fue autorizada  y el 2022 porque cogí el virus chino). Es una tradición que nos gusta mucho.  Es una fiesta familiar de sabores, aromas, texturas, colores y sonidos.  Es el lugar perfecto para ejercer el antiguo arte de people watching.

Rueda de Chicago en la Feria de agosto.

Además, la Feria de agosto me trae recuerdos de mi niñez. Mi primer recuerdo de la Feria de agosto (como también se la conoce para distinguirla de la Feria de noviembre, que era la de don Jorge Ubico) es de cuando estaba en primer grado de primaria. Mi padre y mi tío Freddy nos llevaron a mi hermano y a mí; y en el tiro al blanco me gané una botellita de vino que mi mamá usó para sazonar un pollo.

Elotes.

También recuerdo que me dio miedo pasar junto a las carpas en las que eran exhibidas la mujer araña y el niño gusano. ¿Por qué es que ya no hay ese tipo de espectáculos en la Feria de Jocotenango? ¿La gente dejó de disfrutar de aquella candidez? En 2007, en la Feria de verano, en Coatepeque había un espectáculo de Mariacandunga, la peluda, y ¿vas a creer que no entré?

Plataninas y churros.

En mi primera visita a la Feria de agosto recuerdo que subimos a uno de esos aparatos que dan vueltas y que me bajé totalmente mareado. No volví a sentir nada tan espantoso hasta hace unos unos años, en Sumpango, cuando tuve la mala idea de subirme a la rueda de Chicago.

Garnachas.

De la feria me fascinaba cómo cantaban lotería; y en casa mi tía abuela La Mamita imitaba muy bien a los de la Feria: ¡El Sol, cachetes de gringo! ¡El negrito, calzón rayado! ¡La muerte quirina, que andando se orina! Ojalá me acordara de más de esas frases, que no volví a oír hasta 2016.

¡Sólo no vayas mañana porque como es el mero día de la festividad patronal de la ciudad de Guatemala, y hay feriado, pues hay chumules de gente!


13
Ago 23

Cada quien cuenta de la feria según le fue en ella

 

¿Conoces el dicho? Cada quien cuenta de la feria según le fue en ella; significa que cada uno cuenta de una experiencia según lo positivo o negativo que ha obtenido de ella; y, pues, fui a la Feria de Jocotenango y es un paseo tan agradable y alegre.  Esta visita fue muy significativa luego de que en 2020 y 2021 por las prohibiciones arbitrarias no hubo esa fiesta; y el año pasado me pegó el virus chino.

Venta de dulces en la Feria de Jocotenango. Haz clic en la foto para ver más fotos y vídeos.

El ambiente siempre familiar y alegre; da gusto ver negocios que uno suele encontrar allá. Por supuesto que me disfruté mucho las comidas propias de la feria: dulces, garnachas, chelita y churros principalmente, porque los tacos y el atol de elote francamente estuvieron malitos. Compramos mazapán, que estaba tan riquísimo; conserva de coco y alfiniques. ¡Y gané llaveros en el tiro al blanco! Además, uno va a la feria a ejercer el arte antiguo de people watching.

Este año me llamaron la atención los letreros no sólo por los nombres de los negocios, sino por la iconografía.

Esta feria es muy antigua y data de cuando se celebraba en el pueblo de Jocoenango, adyacente a La Antigua Guatemala y que luego fuera trasladado junto con la capital del reino. Sin embargo tomó auge durante el gobierno de don Manuel Estrada Cabrera.  A finales del siglo XIX, José Milla, en Cuadros de costumbres se refiere a esta fiesta, y dice el autor: El día 15 del corriente, a eso de las diez de la mañana, me constituí en Jocotenango, no tanto para ver la feria cuanto para ver los que van a verla. Armado con mi espíritu de observación como un instrumento cortante, fui a reunir los materiales para este articulejo; o hablando con más exactitud, fui a tomar una fotografía de la feria. Si ella aparece desordenada, confusa e ininteligible, podrá ser, o, efecto de torpeza del fotografista, o, por el contrario, demasiada fidelidad del cuadro. Si es lo primero, yo tendré la culpa, si lo segundo, la tendré también, por haber escogido ese punto como objeto del bosquejo. En uno y otro caso, me someto al fallo, y no prometo la enmienda, visto que ni yo se fotografiar mejor, ni hay por acá cosas mejores en que ejercitar el arte.

Busto de José Milla y Vidaurre en la zona 6 de la ciudad de Guatemala.

Con Carmina, Sebastián y Raúl fui como en otros años, desde hace años. Los que visitan este espacio con alguna frecuencia saben que voy a la feria desde que era niño y que luego abandoné la práctica cuando aquella festividad decayó en calidad y seguridad. Hace varios años retomé la costumbre acompañado de amigos queridos y siempre la pasamos bien. A veces tenemos la suerte de llevar a extranjeros que están de visita en la ciudad.

Mi primer recuerdo de la Feria de de agosto (como también se la conoce para distinguirla de la Feria de noviembre, que era la de don Jorge Ubico) es de cuando estaba en primer grado de primaria. Mi padre y mi tío Freddy nos llevaron a mi hermano y a mí; y en el tiro al blanco me gané una botellita de vino que mi mamá usó para sazonar un pollo.

También recuerdo que me dio miedo pasar junto a las carpas en las que eran exhibidas la mujer araña y el niño gusano. ¿Por qué es que ya no hay ese tipo de espectáculos en la Feria de Jocotenango? ¿La gente dejó de disfrutar de aquella candidez? En 2007, en la Feria de verano, en Coatepeque había un espectáculo de Mariacandunga, la peluda, y ¿vas a creer que no entré?

Mariacandunga en la Feria de verano, en Coatepeque.

En mi primera visita a la Feria de agosto recuerdo que subimos a uno de esos aparatos que dan vueltas y que me bajé totalmente mareado. No volví a sentir nada tan espantoso hasta hace unos unos años, en Sumpango, cuando tuve la mala idea de subirme a la rueda de Chicago.

De la feria me fascinaba cómo cantaban lotería; y en casa mi tía abuela La Mamita imitaba muy bien a los de la Feria: ¡El Sol, cachetes de gringo! ¡El negrito, calzón rayado! ¡La muerte quirina, que andando se orina! Ojalá me acordara de más de esas frases, que no volví a oír hasta 2016.

Por cierto que observé que en la Feria no se recicla la basura, y te recomiendo que leas mi columna que publiqué sobre la absurda legislación de reciclaje en Guatemala.

Finalmente un agradecimiento a los Polis en la feria porque fueron muy atentos.


15
Ago 21

Extraño la feria de Jocotenango

¡Ay, como extraño la feria de Jocotenango o feria de agosto, que es la de la ciudad de Guatemala!  Este es el segundo año que no se celebra esa fiesta tradicional y popular que me gusta tanto, a causa del virus chino y de las restricciones.

Extraño comer garnachas acompañadas de cerveza, me hace falta comer elotes asados, churros, y tacos acompañados con atol de elote.  Suspiro por los dulces tradicionales que traemos a casa luego de pasar la tarde en la feria: conserva de coco, pepitorias, canillitas de leche, encanelados, mazapanes, zapotes y otros. Quiero ganar premios en el tiro al blanco.

Con Carmina, Sebastián y Raúl disfrutamos de esta tradicional visita a la feria todos los años; visita que siempre esperamos con alegría.  Es una fiesta a la que iba con mis padres y mis tíos desde que yo era niño y vivía en la Avenida Independencia que es paralela a la Avenida Simeón Cañas que desemboca en el área donde se celebra la feria.


21
Dic 19

¡Otro año en Interfer!

¡Ya tenemos una nueva tradición de fin de año en casa!  La de ir a la Interfer cuyo lema promete que ¡Se va a poner chilero!…y sí, se pone chilero.

A la entrada nos recibieron los juegos mecánicos con sus luces y sus emociones…a los cuales no me encaramo: luego dimos un paseo por los bazares más por disfrutar de la gente y de las novedades y emprendimientos que por otra cosa; pero lo bueno es cuando vamos a comer flautas (que son riquísimas) y el buen rato que pasamos frente a la concha acústica (construida en el año en que nací: 1961).  Ahí estaba tocando la Banda ML de San Pedro Sacatepéquez que tenía al público bien prendido y ahí disfrutamos de los fuegos artificiales y de la gente bailando y de los niños que se divierten como micos.

El Parque de la industria es una locación hermosa y muy alegre.

Fuimos el año pasado y la pasamos rebien; pero como ayer fue viernes había mucha más gente y más ambiente de feria y de fiesta que el día que fuimos en 2018.  El año que viene iremos, seguramente, y de plano iremos en el último viernes porque la pirotecnia estuvo chilera.

Interfer sin flautas y sin chela no sería lo mismo.

Por si no lo leíste

Cuando yo era niño un año había Feria Internacional o Interfer en un año; y al siguiente había Feria Nacional.  La verdad sea dicha, la Interfer de ahora se parece a la Feria Nacional y no tiene mucho que ver con la de los años 70 ya que no hay pabellones con exhibiciones industriales, comerciales y agrícolas de otros países.

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De todos modos no importa.  Dudo que en la era de la Internet, una feria al estilo de la Interfer de los 70 tuviera relevancia alguna.  Lo importante, empero, es el espíritu general de fiesta y emprendimiento que hay en el Parque de la Industria.

Cuando yo era niño recuerdo que alguna vez fui con el colegio y a mí me gustaban mucho esas excursiones.  Mis padres solían ir alguna noche con mis tíos y sus amigos a comer y a echarse las chelas.  Y algún domingo nos llevaban a mis hermanos y a mi.  Luego de visitar pabellones y bazares la costumbre era comer garnachas y echarse las chelas, mientras los niños corríamos sueltos por ahí con unos centavos en los bolsillos para comprar chalchigûites.  ¿Qué recuerdo haber comprado en Interfer? Posters fosforecentes para el dormitorio y un colmillo (que yo decía que era de lobo) para colgarme al cuello.

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Si nunca has ido a Interfer, o fuiste cuando eras niño, ve ahora con ganas de pasartela bien; y llleva al niño que hay en ti.


21
Ago 19

“Saguaneado” en la feria de agosto

Ya sabes, cada quién cuenta de la feria según le fue en ella; y a mí me fue rebien.  Terminé saguaneado por los carritos chocones y probé bastante del menú tradicional.

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Tenía añales de no subirme a los carritos chocones; y como ya no me cuezo al primer hervor fue doblemente divertido.  Primero porque es alegre subirse a los carritos y tratar de evadir los choques, cosa que es imposible de cualquier manera.  Luego porque…¿siempre fueron así de fuertes los choques?  ¡Fue como que me apalearan! Eso sin contar que era un chiste ver a los niños brincar de sus asientos y gozarse los choques.  Seña de que uno ha madurado alguito es que uno se preocupa porque uno de esos críos salga lastimado.

Comimos elotes asados, corndogs, churros (de los tradicionales), atol de elote, dulces tradicionales y las infaltables y queridas garnachas acompañadas por cerveza.  Te recomiendo las garnachas de Gaby, dulces variados, atol de elote y los churros Velvet.  Las novedades fueron los churros mexicanos y los corndogs que no había visto en visitas anteriores a la feria.

Garnachas. Haz clic en la foto para ver más fotos.

 

Lo más tierno fue un niño que llegó vestido de dinosaurio. Causaba ternura y gracia ver al pequeño dinosaurio de la mano de sus padres jóvenes.

Con Carmina, Sebastián y Raúl disfrutamos de esta tradicional visita a la feria.  Visita que siempre esperamos con alegría.


22
Dic 18

Recuerdos de Interfer

Interfer es la Feria Internacional de Guatemala y tenía..tenía digamos que unos cuarenta años de no ir…fui el jueves y fue una experiencia muy agradable.

¡Por supuesto que me encanta el ambiente de fiesta! Me encanta ver a las las familias pasándosela bien, la gente que llega a oír la música, a bailar y a subirse a los juegos mecánicos.  Disfruté muchísimo de la gente emprendedora que llega a mostrar sus productos, ya sea artesanales, agrícolas, o comerciales.  Me entusiasma mucho la gente que se ve que le está haciendo ganas, aunque me da algo de tristeza que tengan que hacerlo en un ambiente económica y socialmente asfixiantes.

Cuando yo era niño un año había Feria Internacional o Interfer; y al otro había Feria Nacional.  La verdad sea dicha, la Interfer de ahora no tiene mucho que ver con la de los años 70 ya que no hay pabellones con exhibiciones industriales, comerciales y agrícolas de otros países.  Si la Interfer de ahora no se distingue de la Feria Nacional, me pregunto si todavía existe la Feria Nacional.

De todos modos que importa.  Dudo mucho que en la era de la Internet, una feria al estilo de la Interfer de los 70 tuviera relevancia alguna.  Lo importante, sin embargo es el espíritu general de fiesta y emprendimiento que hay en el Parque de la Industria.

Cuando yo era niño recuerdo que alguna vez fui con el colegio y a mí me gustaban mucho esas excursiones.  Mis padres solían ir alguna noche con mis tíos y sus amigos a comer y a echarse las chelas, supongo.  Y algún domingo nos llevaban a mis hermanos y a mi.  Luego de visitar pabellones y bazares la costumbre era comer garnachas y echarse las chelas, mientras los niños corríamos sueltos por ahí con unos centavos en los bolsillos para comprar chalchigûites.  ¿Qué recuerdo haber comprado en Interfer? Posters fosforecentes para el dormitorio y un colmillo (que yo decía que era de lobo) para colgarme al cuello.

Como a mí me gustan mucho esas cosas, y me fascino con las abejas y la miel, lo que más, más me impresionó fue un panal y ver a las abejas trabajando.  Cómo me hubiera gustado llevar a mis sobrinos (cuando eran niños) a ver algo así. Haz clic en la foto para ver el vídeo.

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La feria termina el domingo y me alegro de haber ido.  Aunque me hicieron falta los pabellones con maquinaria y productos, me divertí en los bazares y disfruté mucho en el salón de los emprendedores. Además me senté a comer flautas y a echarme una chela, luego de pasar por la concha acústica y el parque del beso a escuchar música y a ver a las parejas bailando.

El paseo por Interfer me dió algo de nostalgia; pero me llenó de alegría -fue una noche encantadora- y de verdad espero volver.


12
Ago 18

¡Sábado de feria!

Garnachas, elotes asados, churros, banda, dulces tradicionales y un evento inesperado en la feria de Jocotenango.

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Lo más notable de mi visita a la feria de agosto, en la ciudad de Guatemala, fue que en la garnachería Gaby comí las mejores garnachas de feria de los últimos diez años.  Buena carne, bien hecha y sazonada, buena salsa y atención agradable, acompañada con una buena chela y buena compañía.

Ah, pero si a notable vamos, la verdad es que es difícil superar el momento en que Raúl se ahogó comiendo elote asado y si no hubiera sido porque el Ale le hizo la maniobra de Heimlich quién sabe qué tipo de  historia estuviera yo contando ahora.  Carmina, Tian y yo estábamos impresionados.

Eso no nos detuvo y comimos churros, compramos dulces tradicionales, disfrutamos del paso de una banda pequeña  y pasamos una mañana alegre en aquella festividad.

Nos faltó comer moyetes, tacos y tomar atol de elote.

…y nunca he comido pan con gallina, aunque siempre me cae en gracia la forma en que exhiben las gallinas cocidas.

¿Sábes que me faltó hacer este año? Tiro al blanco, así que regresé sin premios.  Otros años me gano chalchigüites que contribuyen a la alegría del día. Y sabes qué me di cuenta de que ya no se encuentra en la feria: La mujer araña, ni el niño gusano; pajaritos que sacan papelitos de la suerte, ni frijoles saltarines (quizás porque tenían plomo).

Por último, te dejo una foto de unos encurtidos que se veían chulos.

Hice una consulta en Twitter y 82 lectores de @luisficarpediem respondieron.  ¿Vas a ir a la feria? De aquellos, 52 dijeron que si tienen ganas de ir;  17 dijeron que no les gusta eso y 6 preguntaron que qué feria.


20
Ago 17

¡En la Feria de Jocotenango!

Como quien dicen nada, llegó y se está yendo la Feria de Jocotengango o Feria de agosto en la ciudad de Guatemala.  Es la primera de la cadena de festividades que caracterizan al segundo semestre del año.  Luego viene la fiesta de Independencia, el Halloween, el Día de los muertos y el Día del fiambre o Día de todos los santos; la Quema del diablo y la celebración de la navidad, o del solsticio de invierno.

Escucha el podcast aquí.

Cada quien vive esas celebraciones a su modo y de acuerdo con sus particulares valores.

Para mí, la Feria de Jocotenango es de sabores, aromas, texturas y colores.  Es la variedad asombrosa de dulces, unas garnachas con chela (gusto adquirido más recientemente), churros, tacos, atol de elote y elote asado. Este año, sin embargo, descubrí que ya no puedo con el menú completo.

Los que visitan este espacio con regularidad saben que voy a la feria desde que era niño y que luego abandoné la práctica cuando aquella festividad decayó en calidad y seguridad. Hace varios años retomé la costumbre acompañado de un grupo de amigos queridos y siempre la pasamos bien.

Un par de cartones de lotería y los premios del tiro al blanco le agregan emoción a la experiencia.  Pero este año hacía mucho calor y entre las risas, las conversaciones y el antiguo arte de people watching, se me olvidó hacer unos disparos. ¡Es primer año que regreso de la feria sin premios!

Regresé, eso sí, cargado de dulces.  Mis favoritos siempre son la conserva de coco, la pepitoria, los encanelados, las canillitas de leche, los mazapanes, los chilacayotes, los higos y las cocadas.  A mí me encanta comerlos para el desayuno; pero también los disfruto cuando vuelvo a casa, en las tardes, luego de un día productivo.

Mi primer recuerdo de la Feria de Jocotenango es de cuando estaba en primer grado de primaria. Mi padre y mi tío Freddy nos llevaron a mi hermano y a mí; y en el tiro al blanco me gané una botellita de vino que mi mamá usó para sazonar un pollo.

También recuerdo que me dio miedo pasar junto a las carpas en las que eran exhibidas la mujer araña y el niño gusano. ¿Por qué es que ya no hay ese tipo de espectáculos en la feria? ¿La gente dejó de disfrutar de aquella candidez?

En aquella visita a la feria recuerdo que subimos a uno de esos aparatos que dan vueltas y que me bajé totalmente mareado. No volví a sentir nada tan espantoso hasta hace unos unos años, en Sumpango, cuando tuve la mala idea de subirme a la rueda de Chicago.

De la feria me fascinaba cómo cantaban lotería; y en casa mi tía abuela La Mamita imitaba muy bien a los de la Feria: ¡El Sol, cachetes de gringo! ¡El negrito, calzón rayado! ¡La muerte quirina, que andando se orina! Ojalá me acordara de más de esas frases, que no volví a oír hasta el año pasado.

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18
Ago 16

¡Al fin una lotería como debe de ser!

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Al fin se nos hizo y ayer en la tarde estuvimos en la Feria de Jocotenango, que es la feria de la ciudad de Guatemala.

Aluciné con los churros de la churrería Velvet, que está en la hilera de ventas que queda en medio de la avenida principal de la feria.  Estaban frescos, sabrosos y de buena textura.  Quedé encantado con la lotería que ilustra esta entrada porque, a diferencia de lo que ocurre en otras loterías, en las que quien las canta dice sólo cosas como el sol, la muerte, el negrito, el árbol, el árpa, el alacrán, el mundo o así; el encargado de esta lotería la cantaba como cuándo yo era niño, es decir que decía: El sol cachetes de gringo, La muerte quirina que andando se orina, y así sucesivamente.  ¡Así se canta una lotería!  Me gané tres premios en el tiro al blanco, así que -como debe ser- regresé a casa con premios de la feria. Además de que me reí muchísimo con el bailado de la muñeca sobre la cual había que disparar.

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Mi atracción favorita, sin embargo sucedió cuándo ya había oscurecido e íbamos saliendo de la feria.  Un muchacho, de nombre Antonio Luna, llevó un telescopio y la gente hacía cola para ver la Luna.  Selene estaba hermosa aunque la cubría algo de bruma.  La mayoría de las personas, si no todas (grandes y chicas), nunca había visto la Luna en un telescopio y -a pesar de que el plenilunio no es el mejor momento para verla- era un espectáculo memorable.  La gente estaba maravillada y se les veía en la cara; y era obvio que a Antonio le apasionaba mostrar a nuestro satélite natural.  El le insistía a la gente que viera los cráteres y los bordes de la Luna, los animaba a notar los detalles.  La gente, entre nerviosa y embobada a duras penas alcanzaba a comprender lo maravilloso que es ver la Luna en un telescopio.  Antonio, además, no les cobraba a los curiosos.  La gente le daba lo que bien podía, si quería y si podía.

Me pareció un magnífico ejemplo de cómo es que, cuando a uno le apasiona algo suele desear compartirlo con otros, aunque la única recompensa sea la sonrisa de un niño, o la cara de asombro de una persona mayor.

telescopio-feria-de-jocotenango

¿Cómo me fue en la feria? ¡Me fue re bien! La gocé con amigos muy queridos, y la gocé con garnachas, tacos, elote asado, anillitos, dulce de coco, churros y una chela.