La imagen de Colom es muy buena, vino a decir José Miguel Inzulza, mientras bendecía con el ispopo de la Organización de Estados Americanos la administración de Alvaro San Nicolás Colom y Sandra Evita Torres, misma que está en entredicho luego de las revelaciones que hiciera el abogado Rodrigo Rosenberg, antes de ser asesinado. Fiel al lema burocrático que manda Tapaos los unos a los otros; Inzulza vino a asegurar que, en este caso no será posible la impunidad.
Eso no es serio, ¿verdad? Los que vivimos aquí sabemos que la impunidad es el pan nuestro de cada día; y que, precisamente, la impunidad está en la raíz del problema. Día a día, más de una docena de asesinatos quedan impunes; día a día, ¿cuántas docenas de saqueos y latrocinios del dinero extraído a los tributarios va a parar a cuentas de funcionarios corruptos? La impunidad, señor Inzulza, no sólo es posible, sino que es nuestra realidad.
Insulza cree que si el caso está en manos de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (y en manos del Ministerio Público, hágame usted el favor), el caso está en buenas manos. Y créame que a mí me gustaría pensar que sí; empero, en las cartas de los lectores de hoy leo que Edward Kaehler relata que un abogado internacional que trabaja en la CICIG le contó el fin de semana que el Ministerio Público no los está dejando hacer lo necesario para esclarecer el caso Rosenberg.
Y, ¿cómo no iba a ser así, si una de las primeras cosas que San Nicolás hizo luego de conocerse la denuncia de Rosenberg fue encerrarse con el Fiscal General, Amílcar Velásquez?
De verdad quisiera creer que la impunidad no es posible en este caso, como dice que cree Inzulza; sin embargo, creo más en que el burócrata citado vino más para poner una hoja más en su informe de labores, que a entender lo que está pasando en realidad.