30
Dic 11

¡Feliz año!

Mis padres y tíos eran jóvenes, alegres y parranderos; de modo que para el Año Nuevo organizaban sus fiestas en la casa de mi abuela Frances y a los niños nos despachaban a la casa de mi abuela Juanita.

Ella y mi tía abuela, la mamita, montaban una fiesta para cuatro, cuyo propósito era conseguir que, en un ambiente alegre, los críos le diéramos la bienvenida al año nuevo.

La Mamita y la abuelita nos contaban historias; y así fue como supimos cómo era un viaje a Esquipulas –en la primera década del siglo pasado– para una niña de menos de 10 años, montada en un caballo llamado Chino.  Así nos enterábamos de cómo era la vida en la Guatemala  de cuando se amarraba a los chuchos con longanizas.  Así oí que había unos juegos pirotéctnicos llamados toritos, que lanzaban luces multicolores y que perseguían a la gente durante las festividades.

Aquella fiesta no podía pasar sin que quemáramos cohetes.  Pero como las dos viejitas eran prudentes, los que nos permitían quemar eran estrellitas y unas bolitas de colores que, al somatarlas contra el piso, estallaban.  Nada de ametralladoras, varas, y otras cosas más complejas, que solo quemábamos en la Nochebuena, acompañados por mi padre.

Para la cena, mi madre dejaba la mesa puesta con buena cantidad de golosinas, así como con algún pequeño pavo o pierna que los niños íbamos despedazando poco a poco entre relato y relato.  A veces, claro, nos vencía el sueño.  Quién sabe si porque se iba haciendo tarde, o porque la voz de La mamita nos arrullaba, o por la copa de rompopo, vermouth, o marsala al huevo que se nos permitía tomar.

Cerca de la media noche, las viejitas se aseguraban de que la radio estuviera sintonizada en la estación que transmitiría El brindis del bohemio y de que nuestras pequeñas copas estuvieran llenas.  Cada quién tenía sus doce uvas.  Los dos mayores teníamos nuestras estrellitas y nuestras bolitas explosivas.  Y cuando comenzaba el alboroto propio de la bienvenida para el nuevo año nos abrazábamos como si no nos hubiéramos visto en décadas.  Y mis padres llamaban por teléfono y nos gritábamos ¡feliz año! como mejor podíamos.   Y cada noche de Año Nuevo, no importa en dónde esté, siempre recuerdo esas fiestas, y en mi corazón les agradezco a las personas que me han dado una vida buena.

Columna publicada en El Periódico.


16
Dic 11

Homenaje al doctor Carlos Lizama

El doctor Carlos Lizama recibió un homenaje durante el programa Exaltando Nuestros Valores, del Banco Industrial.  El doctor Lizama -eminente oncólogo y apasionado orquideólogo- recibió un diploma e izó el pabellón nacional en la Plaza Cívica Ramiro Castillo Love, del Centro Financiero, el 5 de diciembre pasado.

Quiero y admiro mucho al doctor Lizama. Con un corazonote, él y su queridísima María Antonia, así como su familia fueron una influencia muy importante en mi adolescencia. Ellos me introdujeron al mundo de la orquideología; con ellos recorrí los bosques de Alta Verapaz. Con ellos aprendí a extraer miel blanca de los panales; y a sembrar maíz en los zurcos. ¡Con ellos aprendí a tomar café! El me enseñó qué son los characoteles. De lejos lo vi construir su velero, con mi amigo Roberto.

Celebro mucho este homenaje a un gran hombre, un gran amigo, un gran guatemalteco. El 25 de diciembre, como todos los años desde hace muchos años pasaré a darle un abrazote.


15
Dic 11

Aury Ruiz y su voz apasionada

Con un elenco de músicos de lujo, Aury Ruiz celebró anoche un concierto en el que su voz y su pasión llevaron al público por un camino de recuerdos y buena música.

Aury sabe como combinar a José Alfredo Jiménez, la Trova, Roberto Carlos y otros para crfear una atmósfera íntima que caracteriza sus presentaciones. Yo celebro haber estado en la Hacienda de los Sánchez, anoche, acompañado de buenos amigos y del encanto de esta querida intérprete.


13
Dic 11

¡Siguen los toritos!


Los que visitan este espacio saben que los toritos son mis fuegos artificiales favoritos; y la particularidad de este es la cantidad de niños que se le acercaban y que luego eran correteados por el torito; y el hecho de que el torito se dejaba ir contra la multitud.

Pensé que así, exactamente, debe haber sido cuando mi tía abuela La Mamita veía toritos a principios del siglo XX.  Ella fue quien me introdujo al facinante mundo de estos juegos pirotécnicos.

Anoche la gente se reía, aplaudía y gritaba cuando el torito hacía de las suyas; y los niños salían disparados cuando las luces se activaban y el torito los embestía. Este es de la 1a. avenida y 3a. calle de la zona 1-


12
Dic 11

¡Los toritos son mis favoritos!


Durante la fiesta de Guadalupe, en mi barrio, los toritos son mis favoritos. Me gustan las luces, me gusta cuando baila El torito, y me divierte mucho cuando se deja ir y uno está a punto de ser embestido por esta bestia de luces.

¿Quién sabrá cuántos toritos se queman durante el recorrido de este cortejo en la Villa de Guadalupe?

Me gustan tanto, los toritos, que para el Día de Gracias quemamos uno en mi casa -mismo que era para mi cumpleaños, pero que por la lluvia ya no pudo ser quemado-.

De todos los fuegos artificiales que he visto mi favorito es El Torito. Oí por primera vez de él cuando era niño y mi tía abuela La Mamita me contaba de los festejos populares de cuando ella era niña, a principios del síglo XX.

Cuando ella llegaba a la parte del torito, y de cómo se dejaba ir entre la gente mientras disparaba cohetes y luces, yo me emocionaba mucho. Pero no fue hasta la adolecencia que vi uno en persona. Y desde entonces no me resisto a ver toritos, aunque me correteen.


12
Dic 11

¡Pero, que cantidad de cohetes!


Al paso del cortejo de Guadalupe, los vecinos de la Villa del mismo nombre queman cualquier cantidad de cohetes y bombas. ¡Queman de todo! La gente se esmera en todo el recorrido. Anoche llevamos a nuestro cuate, Wayne, a ver el recorrido por el Cantón 21 donde se vive intensamente esta fiesta.

Esta es la quema de varias ametralladoras; pero sólo unos metros después, un grupo de jóvenes quemó no se cuántas bombas voladoras. ¡Chispas!, ¿cómo no las conté? Es que en realidad nunca me imaginé que fueran a ser tantas.


12
Dic 11

Los bailarines en la procesión


Estos bailarines preceden a la procesión de Guadalupe. Van bailando frente la anda y a ratos simulan un enfrentamiento en el que un rey u una reina cruzan espadas. Estos son los de la Villa de Guadalupe, barrio tradicional de la ciudad de Guatemala.


11
Dic 11

Musicón en el mercado de La Villa de Guadalupe


Musicón, baile y diversión es lo que caracteriza la fiesta de Guadalupe en el mercado de la Villa de Guadalupe, en la ciudad de Guatemala.

En este día los inquilinos del mercado tiran la casa por la ventana y contratan orquesta.  La música ameniza todo el día no sólo el mercado y la plaza de la villa antigua; sino que se escucha por todo el barrio gracias a las potentes y numerosas bocinas instaladas estratégicamente.  La fiesta dura desde media mañana hasta las cinco de la tarde cuando el son tradicional anuncia que llegó el fin.

Desde ayer, el mercado está adornado con luces, papel y globos de colores, pino, y otros recursos propios de la temporada.


11
Dic 11

Mucho guaro y mucho frío

Las consecuencias de mucho guaro y mucho frío.


11
Dic 11

La fiesta de Guadalupe en mi barrio


La fiesta de Guadalupe es la fiesta de mi barrio.  Hoy comenzó a las 5 de la mañana con cohetes, bombas, campanadas y mariachis.  Continúa a media mañana cuando llega la orquesta al mercado y suena el musicón.  Y cerca de la una sale la procesión que no regresa hasta pasada la media noche.

Esto es algo de lo bonito de vivir en un barrio que guarda las costumbres de antes y que era un pueblo separado de la ciudad de Guatemala.  Todavía se viven los sonidos, los colores, los aromas y los sabores del ambiente decimonónico de las fiestas populares chapinas.

Aunque sean fiestas místicas me las disfruto porque me gusta ver a la gente contenta y me gozo los toritos, las comidas, y el alboroto.