Hace unas semanas, un grupo de colegas compartió -conmigo- esta historia por la escritora nigeriana Chimamanda Adichie a quien yo no conocía. Comienza llamándonos la atención sobre cómo es que somos muy vulnerables frente a las historias que nos cuentan, particularmente cuando somos niños.
Por medio de su experiencia como africana y con la africanidad, Chimamanda nos cuenta que hay diferentes versiones del pensamiento único. Es imposible hablar del pensamiento único, sin hablar de poder, dice la escritora. Como los roles económicos y políticos, las historias también están definidas por el principio de poder cómo son contadas, quién las cuenta, cuándo son contadas, cuántas historias son contadas, depende realmente del poder. El poder no es sólo la capacidad de contar la historia de otra persona, sino el de convertirla en la historia definitiva de esa personas, añade.
Viene muy al caso luego de leer Retrato de un texto, por Fritz Thomas. En esa columna Fritz comenta que recientemente adquirió un ejemplar de un libro de texto Ciencias Sociales y Formación Ciudadana, cuarto grado de las carreras del ciclo diversificado, y se dio a la tarea de estudiarlo detenidamente. Fritz quedó impresionado por el sesgo de ese libro de texto y con mucha tristeza concluyó que es un manual de indoctrinamiento que fomenta el conflicto.
Viente al caso, también, luego de leer El terrorismo mediático de la exguerrilla guatemalteca, texto en el que Antón Tursinov identifica las estrategias de este terrorismo mediático que han utilizado los (ex)guerrilleros en dos campos principales de acción: la manipulación de la opinión pública internacional, como máxima prioridad a corto y mediano plazo, y el ámbito nacional, aprovechando el deficiente sistema de educación estatal guatemalteco, como la estrategia a mediano y largo plazo.
Ambos textos evidencian la construcción de un pensamiento único, monopólico, dominante y prevaleciente, incuestionable. Tema contra el cual nos previene Chimamanda Adichie.
En aquel contexto, por ejemplo, se explica el documental perdido de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, por ejemplo.
La historia única produce estereotipos, y el problema con los estereotipos no es que sean verdaderos, sino que son incompletos; hacen que una historia sea la única historia, dice Chimamanda.
La historia única, o el pensamiento único, le roba dignidad a las personas; irrespeta la capacidad intelectual de las personas; usa a las personas y es más indignante cuando aquellos robos, irrespetos y usos ocurren en niños.
Las historias importan. Muchas historias importan. Las historias han sido usadas para despojar y para difamar; pero también pueden ser usadas para empoderar y humanizar. Las historias pueden romper el espíritu de la gente; pero también pueden reparar la dignidad rota. Cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos cuenta de que nunca hay sólo una historia recuperamos el paraíso, concluyó Chimamanda Adichie.
Los chapines podemos aprender de los que nos cuenta esta escritora. Hay otra historia y otro pensamiento más allá del que la comunidad oenegera, la exguerrilla, la CICIG y el estatismo nos imponen en las aulas, en los medios masivos y en la propaganda. ¡Cuidado!, porque la historia única es peligrosa.
Si te interesa el tema, te invito a leer: Peligroso pensamiento unico en Chapinlandia.