División del poder y violencia

 

Cuando visité el Capitolio, en Washington D. C., nuestro guía comentó que el Presidente de los Estados Unidos de América tenía que pedir permiso para visitar ese edificio y al Congreso de allá.  A mis compañeros africanos eso les impresionó mucho porque…¿te imaginas a uno de los jefes de estado de allá pidiendo permiso para ir al Congreso de allá?

Por mi parte, y eso fue en 1997, pensé que así era como debería ser.

De aquello me acordé cuando vi al presidente Bernardo Arévalo y a una variopinta compañía, escoltada por docenas de policías, militares y por el servicio secreto, caminar del Palacio Nacional a a la sede del poder Legislativo, para exigir la aprobación de una ley para controlar el Ministerio Público (y de paso, al poder Judicial). Una cosa hay que reconocerle a la Administración semillera, ¡Saben, mejor que nadie, cómo montar un buen espectáculo mediático para su clientela!

Arévalo caminó por la Sexta Avenida con notable impacto mediático. Foto de la Agencia Guatemalteca de Noticias.

Por lo que he visto y oído en esta semana, y ustedes sáquenme del error si estoy equivocado, da la impresión de que el Presidente cree, de verdad, que tiene un ascendente legal y jerárquico sobre los tres organismos del estado.

La obsesión del Ejecutivo con la remoción de la Fiscal General va con prisas hasta el punto de que la Administración Arévalo ha descuidado su mandato para gobernar, porque la mala simiente teme que en noviembre Joe Biden pierda la elección en los Estados Unidos de America y que, con esa derrota, se acabe el apoyo gringo a su proyecto para Guatemala.

De ahí que la polarización y la crispación que causan entre los chapines sea una apuesta elevada, pero necesaria desde su particular perspectiva; y como es su costumbre, el Movimiento Semilla y sus fans se han aferrado al discurso maniqueo de que todos son corruptos y golpistas, menos ellos. 

Según un diputado del bloque VIVA, en el Congreso, durante las maniobras del Ejecutivo para conseguir su reforma retroactiva a la ley del Ministerio Público, él recibió amenazas por parte de mareros con el objetivo de presionarlo para que apoyara la iniciativa semillera. Sobra decir que diputados oficialistas también han denunciado amenazas por parte del otro bando.

La dirigencia del partido oficialista ha reiterado que el pueblo de Guatemala está listo para salir a protestar, y por pueblo, ¿quién no sabe que se trata de grupos de acarreados, clientela, y grupos comprados? 

A estas alturas, la dirigencia semillera no oculta que necesita una aplanadora oficialista (¿Como las que tienen Daniel Ortega y Rosario Murillo, por ejemplo?) en el Congreso para que imponerse sobre las minorías, porque no son capaces de conseguir acuerdos, y menos de alcanzar consensos.

Los fans de la mala simiente llegado al colmo de pedir la intervención del ejército para imponerse, lo que en mi pueblo se conoce como golpe de estado.  No tienen vergüenza en usar como excusa un supuesto cierre de salidas institucionales (porque no se hace su voluntad y no valoran la división del poder) y como en 1960, usar eso para recurrir a otras acciones…no institucionales, claro.  No falta quien crea que Jorge Serrano debería haber tenido éxito con su golpe de estado.

Por cierto que, alzarse contra una dictadura y contra una tiranía es un recurso válido; pero clamar por la intervención del ejército, por irse a medias de hecho y hacer apología de un golpe absurdo sólo porque la división del poder es inconveniente, y porque la ley vigente no se ajusta a los intereses del Ejecutivo y del partido oficialista, es un desatino.

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