Cuando los socialistas dicen que los empresarios guatemalteco son mercantilistas, patrimonialistas y bla, bla, bla, en lo que piensan es en aquellos empresarios que usan su influencia para conseguir legislación que los beneficie y tratan los asuntos de estado como asuntos propios.
No todos los empresarios son mercantilistas y patrimonialistas. De hecho, la mayoría que conozco son héroes que salen adelante a pesar de las regulaciones asfixiantes, a pesar de las cadenas con bola tributarias, a pesar de la ausencia de una administración de justicia confiable, a pesar de las invasiones, de los bloqueos y de otros actos de violencia.
Los empresaurios, así los llama mi cuate Rómulo López Sabando, son los responsables de que la narrativa socialista encuentre eco entre los consumidores, los electores y los tributarios.
¿Quieres un ejemplo? Me muero por darte uno por reciente y evidente.
A partir del 2024 , de acuerdo con la legislación de alcohol carburante, el Ministerio de Energía ordenará el porcentaje de alcohol carburante o etanol que habrá de mezclarse con la gasolina; y a partir del 2025 tendrás que usar esa mezcla, sí, o sí.
El alcohol etílico anhidro desnaturalizado, para este propósito, es producido a partir de la caña de azúcar y ¡Apareció el peine! La excusa es que aquel alcohol genera menos emisiones causantes del efecto invernadero; pero la verdad es que los azucareros tienen la capacidad industrial para producir etanol y…pues…hay que venderlo. Los productores de alcohol y los de combustibles renovables aplauden que haya como vender el producto; pero la pregunta obligada es: ¿Si la mezcla es tan buena, por qué tiene que ser forzado su uso? Que no te engañen con que va a ser un mercado, porque una característica del mercado es que en él, el intercambio es voluntario; y no hay voluntariedad si los consumidores no vamos a poder elegir entre echarle alcohol a los motores, o no.
La legislación para forzar el uso del etanol se negocia entre importadores y exportadores de combustibles, importadores de vehículos y productores de etanol. ¡Puros empresaurios, negociando cómo hacer para forzarte a usar el etanol! Puro mercantilismo y puro patrimonialismo, sin que tu -el usuario- estés representado en la mesa de reparto de privilegios. Todo con “criterios técnicos, ecológicos, científicos y económicos”, claro, ¿cómo iba a ser de otra forma?
Al final del día, aquellos grupos de interés deciden por ti, y no te queda otra que usar el producto, so pena de algún tipo de castigo. Independientemente de si juzgas razonable usarlo en tu vehículo, o no.
Los promotores del etanol le ven algunas ventajas:
Como es oxigenante de las gasolinas eleva el octanage lo que supuestamente ayuda a descontaminar y da más poder a los motores. Remplaza aditivos nocivos como el plomo y el methyl tert-butyl ether. Aumenta la demanda de caña, y caeteris paribus, mejora el precio de esa materia prima y la calidad de vida quienes están vinculados a la agroindustria industria cañera/azucarera.
Peeeero tiene desventajas:
El etanol se consume de un 25% a un 30% más rápidamente que la gasolina. Producido, como en Guatemala, a partir de caña de azúcar, incrementa la quema de la caña antes de la cosecha, lo que libera grandes cantidades de metano y óxido nitroso. Esto se solucionaría mecanizando el proceso de cosecha, pero aquí ya hubo quemas de maquinaria cuando se intentó hacer aquello. La combustión ocurre a destiempo. Como el etanol contiene agua, favorece la corrosión del sistema de inyección. Esto quiere decir que será común tener que realizar cambios de mangueras, o válvulas, pues ya no funcionan correctamente debido a este proceso de corrosión; lo que quizás ahorres por lo barato del etanol (y está por verse si bajará el precio de los combustibles), tal vez tengas que gastarlo en repuestos y mano de obra. El uso de etanol eleva la temperatura de los gases que son expulsados por el escape, de tal forma que se puede dañar el sistema completo, o el catalizador, debido al incremento en la temperatura de los mismos generando un desgaste prematuro. Aumenta la demanda de caña, y caeteris paribus encarece aquella materia prima y sus derivados, como el azúcar, en perjuicio de la calidad de vida de quienes la consumen.
Columna publicada en República.