El Día de la Independencia y la celebración de los valores

Seattle-ferris-wheel-luis-figueroa

Ayer se celebró aquí el Día de la Independencia; y desde una perspectiva muy limitada está claro que, no siendo gringos, ¿por qué querría uno celebrar esa fiesta?  Sin embargo, hay una perspectiva mucho más amplia y enriquecida que comienza con el hecho de que ando por aquí y es una fiesta…pero mejor aún, es una fiesta cuyos valores originales puedo compartir con comodidad.  Lo que para nada significa que uno comparta los valores de los políticos, los funcionarios, o los votantes actuales de la gran nación a la que aquellos valores le dieron origen y que ahora se halla en crisis moral.

¿Cuáles son esos valores? La protección absoluta a los derechos individuales que son la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de la felicidad, contenidos implícitamente en principios morales racionalmente elegidos.  ¿Cómo se puede ser indiferente a una fiesta de esta naturaleza?

Ayer, en la mañana encontré en The Seattle Times un artículo por Timothy J. Shannon titulado What it Means to Pursuit Happines.  En él, el autor nos cuenta que aunque Thomas Jefferson cuenta que no tuvo libro, o panfleto alguno a mano para escribir la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, parece evidente que sus antecedentes son El segundo tratado de gobierno, de John Locke; y la Declaración de derechos de Virgina, por George Mason (obras que te recomiendo que leas si te intersan estos temas).  El autor nos cuenta que Jefferson y muchos de sus contemporáneos estimaban que la felicidad tiene sus raíces en la habilidad de los seres humanos para usar la razón y en su deseo de seguridad material.  Para ellos la razón era la facultad que les permitía alos humanos manipular y controlar el ambiente (de hecho es la facultad que nos permite identificar la realidad y beneficiarnos de esa identificación).  Era el medio por  el cual perseguían su mejoramiento individual y colectivo.  Suponían que teníamos la razón (el instrumento) para usarla y ser felices. En el mundo de Jefferson la gente perseguía la felicidad al migrar de la pobreza y las privaciones, al adoptar nuevas tecnolarcos, carreteras y canales que mejoraban las cosechas y el rendimiento del ganado, Construían barcos y canales que abrían nuevos mercados y aceleraban el comercio.  La felicidad consistía en la posibilidad de proveer para sus familias sin miedo a las hambrunas, a las incesantes guerras y a la aristocracia explotadora.  Y yo agregaría: sin miedo a los mercantilistas explotadores, a los buscadores de rentas parasitarias, y si miedo a otros fabricantes de miseria.

Aquellos son los aspectos materiales de la felicidad, complementos que la gente -en la calle- identifica con la felicidad; sin embargo, hay una perspectiva más profunda: somos felices cuando podemos vivir de acuerdo con nuestros valores racional, voluntaria y conscientemente elegidos. La razón es el medio que el hombre tiene para sobrevivir y el medio que el hombre tiene para ser feliz. La receta para la felicidad se halla fundamentalmente en la ética, en una moral racional y en una filosofía que nos guía para florecer, que nos permita vivir de forma virtuosa consistentemente; no se puede transferir.  Aunque entre personas podemos afectarnos unos a otros y no somos inmunes a las acciones de otros, ni al ambiente que nos reodea, no podemos hacer felices a otros; ya que el núcleo de la felicidad es en función de cómo vivimos nuestras vidas; y no en lo que nos pasa en ella.

¿Cómo se puede ser ajeno a una fiesta que celebra eso?

Uno de mis lectores frecuentes me escribió: Ya que estás en Washington, ven a Britsh Columbia y aquí te enseño, con gusto, un país socialista que funciona bien.  A lo que contesté: El caso es que funcionar no es suficiente.  Es famosa la eficiencia nacional socialista; los trenes llegaban a tiempo en la Italia fascista; la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas producía atletas olímpicos de primera…no hay duda de que en muchos aspectos, hasta las formas más extremas de socialismo funcionan de diversas maneras. Empero, una sociedad sana y próspera no se basa en funcionar como funciona una fábrica, o como funciona un ejército.  Una sociedad sana y próspera funciona si en ella se respetan los proyectos individuales de las vidas de todos sus socios; si unos no viven a costa de otros usando la amenaza de violencia mediante la legislación; si los derechos son principios morales, en vez de concesiones, o conquistas.  Por ordenada y eficiente que parezca, una sociedad donde no ser respetan los derechos individuales de todos por igual no es una sociedad que funciona, es una que está en descomposición.

El Día de la Independencia lo celebré entre amigos queridos con quienes comparto valores, en la Bainsbridge Island un lugar hermoso en Puget Sound.  Y cuando estaba ahí pensé: Esto podría ser Guatemala, los guatemaltecos podríamos gozar de cosas como estas…si los fabricantes de miseria no hicieran todo lo que está en su poder para multiplicar los privilegios en lugar de promover la igualdad de todos ante la ley, y para evitar que se respeten los derechos a la vida, la libertad, la propiedad y a la búsqueda de la felicidad.  Pensé…seguirá dedicando mi vida a perseguir la igualdad de todos ante la ley y a que se respeten los derechos individuales.  Y me comí un helado viendo el horizonte de la ciudad.

Comments

comments

Comments are closed.