A cambio de dinero y viajes, una red de defraudación en el IGSS les recetaba a los pacientes determinados medicamentos para favorecer a proveedores que tenían contactos, o estaban en puestos políticos de mucha importancia: el secretario privado del expresidente Alvaro Colom, por ejemplo. La red incluye médicos y administradores.
Los proveedores vinculados a esa red habrían recibido más de Q420 millones mediante compras privilegiadas en perjuicio de los pacientes, los tributarios y los competidores.
Indigna que la elección de medicamentos no sea por motivos médicos y científicos; sino para favorecer intereses particulares; y a la gente le ha indignado que los participantes en aquella red digan expresamente que “la salud es un negocio”. A mí me ha dejado “papo”; porque, ¿no se supone que el ideal estatista y socialista de que los políticos y funcionarios se encarguen de la salud de los más pobres y vulnerables es -¡precisamente!- evitar que la salud sea un negocio? Leí que la red les daba a los pacientes medicamentos de 100 mg. en vez de los 500 mg. que correspondían. ¡Qué escándalo se armaría si este crimen fuera cometido en un hospital privado!…y eso ha de ocurrir por montones en el sistema de salud estatista. Si estas cosas ocurren en salud, ¿qué podredumbre habrá en educación, agricultura, vivienda, carreteras, turismo, gobernación, desarrollo?, por mencionar sólo unas fuentes de corrupción.
Lo cierto, para los que necesitaban evidencias, es que la politización de los servicios más básicos, para los más necesitados, es fuente de corrupción, mala administración, desperdicio, abusos, arbitrariedades, expoliación y de otras conductas criminales cuando no delictivas. Lo cierto es que en esas circunstancias no hay cantidad de tributos que alcance. El “barril sin fondo” de la venalidad -que alcanza para yates, helicópteros y casas en la playa- no alcanza para medicinas, ni material didáctico, ni para seguridad y justicia.
Urge cambiar el paradigma colectivista que hace posible la corruptela. Por ahí puede empezar la próxima administración si quiere ganarse el respeto de los mandantes y tributarios.
Columna publicada en elPeriódico.
Las palabras papo o baboso son las suaves para describir las barbaridades que hicieron esos empresarios ambiciosos, a costa de la salud del pueblo. Es indignante que médicos que hicieron un juramento para velar por la salud del usuario, se hayan prestado a semejante crimen que llora sangre. No se conmovieron de los miles de usuarios del Camip, para citar un ejemplo, que pasan todo el día en la farmacia para que les den medicina para dos meses y que les digan que están agotadas. El 16 de agosto del año pasado divulgaron con combos y platillos un aumento general de Q6O.oo. Los pacientes sabían que era muy poco, pero pensaron que “peor es nada”, y les agradecieron a los directivos. Ahora se descubre que hay un grupo de mañosos que se ha beneficiado con 140 millones millones. El cerebro del grupo Gustavo Alejos es prófugo de la justicia y se espera que sea capturado de un momento a otro. Al pueblo no le interesa que los implicados se pudran en la cárcel para siempre, sino que devuelvan los millones malversados.
Es como el caso de El Cambray, porque declararlo de emergencia cuando esta ya pasó, para no licitar como manda la ley! En todo programa estatal estâ metida la corrupción, los maestros piden aumento pero pocos saben que en la provincia la gran mayoría dan clases 3 o 4 días a la semana, se roban al menos uno, los grandes perdedores los niños. Basta con conocer de cerca casos concretos con nombre y apellido, para ver la putrefacción que el estatismo deja a su paso.