Popodrilos, pipirañas y cacaimanes

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Mis primeros recuerdos del lago de Amatitlán son de cuando era niño y con mis padres íbamos a pasar el domingo al chalet de mis tíos abuelos, Olga y Freddy. Siempre era una ocasión festiva; y en la lancha de ellos conocí el castillo de los Dorión, la silla del Niño, y un área donde había agua caliente y sulfurosa, cosas que a mí me maravillaban.

En mi adolescencia pasé fines de semana muy alegres en el chalet de mi tío Freddy (otro Freddy), que me enseñó a esquiar. Ya para entonces el lago estaba notoriamente contaminado y era costumbre que cuando salíamos de él, luego de bañarnos bien, mis padres nos aplicaban, a los niños, una solución de alcohol en los oídos para que no se nos infectaran.

Cuento esto porque le tengo cariño al lago, como seguramente se lo tienen los lectores. Y por eso es que me da rabia lo que ocurre con él, así como la irresponsabilidad y la codicia con la que se enfrenta su deterioro.

Lo más reciente es esa historia de que con una agüita que aparentemente es de pipiripau –a un costo de Q137 millones– el lago ya se está limpiando. Digamos que es cierto y démosle el beneficio de la duda a los que participan en el negoción. Digamos que lo que le están echando al lago es como el agua de Lourdes que cura desde la caspa hasta el ojo de pescado, pasando por el cáncer. Lo cierto es que ya lo dijo Roxana Baldetti: no está garantizado que el lago no vuelva a ser contaminado.

¿Cómo iba a ser de otra forma? Los popodrilos, las pipirañas y los cacaimanes de los habitantes de sus riberas y los de los de las municipalidades que están en las cuencas de sus afluentes llegan por toneladas. Otros contaminantes no paran de llegar. Si el agua de calahuala limpiara el lago, habría que repetir el proceso, ¿en cuánto tiempo? ¿A qué costo? El hecho es que si no se detienen las causas del deterioro, por más ajo y agua oxigenada que se le echen al lago, el problema va a continuar. Y el clavo es que no hay forma de obligar a las municipalidades de aquellas cuencas a velar por la obligación constitucional que tienen en cuanto a prevenir la contaminación, debido a que los bienes de aquellas son inembargables.

Columna publicada en El periódico.  En el Lienzo de Quauhaquehcollan, el icono para Amatitlán es una calavera.

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3 comments

  1. Geraldine Pearse

    Es una tristeza porque es algo que con voluntad y energía de parte de los gobiernos se pudo haber solucionado hace años. Este gasto es un escándalo y tal vez no sirva de nada, si como dices tú, no se llega a la raíz del problema.

  2. Ricky Lorenzana

    En Paraguay, existe problema similar en el LAGO de YPACARAÍ. La diferencia es que la población total está muy preocupada por tal situación y TODOS UNIDOS, están buscando una SOLUCIÓN que no “venga a taparle el ojo al macho” sino que garantize una solución permanente. Los huaraníes saben que este proyecto NECESITA DE MUCHO TIEMPO y de MUCHOS CEREBROS y no escatimaran esfuerzo alguno para devolverle la vida a ese bello y legendario Lago azul de Ypacaraí…. Ellos no creen en este tipo de “milagros” ni mucho menos de acéfalas “recetas mágicas”.

  3. Esta noticia del liquido capaz de purificar el lago indigna…
    pero tristemente me indigna mas que la sociedad en si y todos los colectivos sociales, ong’s, gurus del medio ambiente, etc, etc, etc,
    No pongan un hasta aqui !!
    La sociedad civil… admira y valora a los nuevos ricos, sin tacharlos de ladrones.
    Los colectivos sociales, las ong’s y los gurus del medio ambiente, no encuentran beneficio en denunciar un robo ni el dano al medio ambiente, por lo que no hay motivo en iniciar una lucha… como si lo hay en poner obstaculos a un proyecto hidroelectrico que si cumple con su responsabilidad social, por ejemplo !

    Siento que estamos frente a los Sastres que embaucaron al Emperador, solo que en este caso, el/la Emperadora, es la que nos embauca a nosotros, haciendonos vestir un traje invisible, que pagamos nosotros !!!

    Y nuestra idiotes nos hace salir desnudos a presumir nuestra falta de caracter !