El servicio cívico obligatorio es opuesto a la justicia. Al reclutar por la fuerza a los jóvenes por menos dinero del que tendrían que pagarles si se trabajaran como voluntarios, los que se benefician de aquella práctica se roban el trabajo de los que han sido reclutados. Y eso es injusto.
Lo anterior es paráfrasis de algo que David Boaz escribió sobre el reclutamiento forzoso para el servicio militar. Veamos en números por qué es que aquello es cierto.
En Guatemala, el salario mínimo para actividades agrícolas y no agrícolas -con el bono incentivo incluido- es de Q 83.80 por día; y el salario mínimo para actividades de exportación y maquila es de Q 77.24. ¿Cuánto será el salario que recibirá un joven reclutado para el servicio cívico? Q 70 por día… y su trabajo no cuenta con bono incentivo.
Si comparamos la diferencia con el salario mínimo para actividades agrícolas y no agrícolas es de Q 13.80; y la diferencia con el salario para actividades de exportación y maquila es de Q 7.24. ¡Esas cifras son el monto del robo del trabajo de cada uno de los patojos involucrados!
A aquello añádele que el trabajo en actividades agrícolas, no agrícolas, de exportación y maquila es contractual; y, en cambio, el trabajo en el servicio cívico de los pipoldermos es forzado. Se engaña a la gente cuando se le dice que el servicio es voluntario porque, si bien hay un plazo para que los jóvenes se presenten de forma voluntaria, si el cupo exigido por los pipoldermos no se llena entonces hay sorteos, y quienes salgan seleccionados en esos sorteos están obligados a presentarse. Quienes se rehúsen a prestar el servicio cívico serán castigados con un impedimento para optar y desempeñar funciones en el gobierno. A aquello añádele que si bien les va, a los chicos les pagarán cada dos meses, y no cada mes como se acostumbra. Ese impedimento y el carácter de servidumbre que tiene esta ley deberían ser suficientes para impugnar su constitucionalidad. ¿Qué dicen los defensores de los derechos humanos? ¿Qué dicen los individuos y organizaciones que se beneficiarán del trabajo forzado y mal pagado de los patojos? ¿Se sienten cómodos?
Columna publicada en El periódico.