Alegre lucía la Sexta Avenida el sábado por la noche. Las familias pasean y salen a cenar, y disfrutan de los distintos espectáculos que ofrecen algunos chicos que salen a ganarse unos pesos.
Las luces de Gallo le dan un aspecto hermoso y festivo a la calle; y la gente puede relajarse y pasar buenos momentos.
Claro que ahora es muy distinto; pero a mí, estos paseos siempre me van a recordar mi niñez y mi adolescencia en aquella vía. Si era con mi padre, los paseos siempre incluían pasar por el los almacenes Marlin, Biener, y Max Tott. Si era con mi madre, o mis abuelas, los paseos siempre incluían El Cairo, El Gan Emir, Mi amigo, tal vez La Perla. Y las paradas para tomar energía eran en el Café París, el Hotel Panamerican, la pizzería Bologna, o las pastelerías Bohemia, Jensen, o Lutecia.
Por eso me gusta mucho cuando me encuentro a las familias paseando por ahí, y veo como es que los niños se gozan las luces y lo que comen. Supongo que, algún día, ellos también tendrán recuerdos buenos y entrañables de estas experiencias.