“Oxlajuj Bak´tun”

A mediados de los noventa, en La Antigua y durante una procesión –cuando se discutía acerca de la desestatización de los servicios públicos– escuché a una señora decir: Ahora solo falta que privaticen las procesiones.  ¡Mi ciela no sabía que las procesiones son privadas!

De eso me acordé ahora que he estado leyendo acerca del conflicto desatado alrededor de la celebración del Oxlajuj Bak’tun. Por un lado los pipoldermos quieren hacer una fiesta en la Torre del Reformador; y por otro lado hay grupos de la dirigencia maya que quieren conmemorar a su modo.  Hay conflicto porque una expresión cultural propia de un grupo de personas está siendo estatizada y, por lo tanto, politizada.

¿Por qué no hay conflictos durante la Semana Santa, la Navidad, Kwanzaa, ni Rosh Hashná? Porque son fiestas privadas. Como son compartidas por muchas personas resultan ser expresiones culturales y hasta multitudinarias; pero no han sido copadas por el estatismo.  No hay una comisión nacional para las procesiones, ni hay miembros del Ministerio de Cultura ni del Ministerio de Gobernación diseñando los arbolitos de Navidad.

Como ocurre con la Semana Mayor –en la que durante 50 días (incluida la Cuaresma)– casi todo el país se pone en semanasanta mode y todo sale bien, los políticos y funcionarios sobran en este tipo de festejos. Hasta quienes consideramos que las religiones son algo perjudicial disfrutamos de procesiones, tradiciones, comidas, música, aromas y ambiente propios de la Semana Santa.  Yo lo hago en un marco de admiración hacia centenares de años de cultura popular.

¿Tienen un rol los políticos y funcionarios en este tipo de celebraciones? ¡Claro!, el único que les es legítimo en una sociedad de personas libres: garantizar la seguridad.  No hay lugar para los pipoldermos en la conmemoración del Oxlajuj Bak’tun, como no la hay en la uniformación del fiambre.

En mi vida he tenido la dicha de participar en varias fiestas indígenas, y estoy seguro de que si se respetara la voluntad de la dirigencia maya, en el sentido de mantener la contaminación del estatismo al margen de su celebración, esta sería una serie de magníficas expresiónes culturales de las que todos podríamos aprender.

Columna publicada en El Periódico.

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