Cigarrillos, impuestos y contrabando

La empresa Tabacalera Centroamericana S.A dejará de fabricar cigarrillos en Guatemala y se citan tres razones para esa decisión: las malas condiciones laborales, las malas condiciones fiscales y el contrabando.   En Guatemala, toda actividad productiva y la competitividad son amenazadas por una legislación laboral rígida y -en muchos casos- por sindicatos agresivos e ideologizados.  Aquí, también asfixian a la pructividad y a la competitividad un sistema impositivo diseñado para redistribuir la riqueza entre la clientela de los pipoldermos.  Y en el caso de los cigarrillos, o del alcohol, esa asfixia se agrava por impuestos que pretenden castigar el vicio y que encarecen artificialmente los productos.  A eso súmale campañas para que la gente no fume, o no beba.  Otro día me ocupo de estos temas.

Lo que me llama la atención, hoy, es que en diarios y redes sociales el tema en el que se enfocaron los comentarios fue el del contrabando.  La gente cree que el contrabando es malo.  La gente supone que el estado natural de cosas es que los pipoldermos puedan tomar dinero ajeno, por la fuerza, mediante la aplicación de aranceles.  Empero, la cosa no es así y voy a compartir con ustedes algo que ya había escrito antes:

Eso que falazmente se llama contrabando, no es más que el comercio voluntario y pacífico…luego de que el estado le impone aranceles con dos propósitos inmorales: el proteccionismo, y la redistribución política de la riqueza. Por eso es muy desatinado buscar la salud de las finanzas públicas por medio de un endurecimiento de las leyes y de la aplicación de estas para perseguir eso que llaman contrabando.

El comercio internacional no es más que el comercio entre personas (individuales, o jurídicas), y no no hay diferencia alguna entre dos personas comerciando entre la zona 1 y la zona 2 de la ciudad de Guatemala, o entre el municipio de Guatemala y el de Amatitlán, o entre el departamento de Escuintla y el de Santa Rosa. Tampoco la hay entre dos personas comerciando entre Guatemala y México, o Guatemala y cualquier país del mundo.

La diferencia -aparente- es artificial porque se basa en las fronteras, que son demarcaciones políticas. El comercio entre personas de Guatemala y México está regulado, controlado, prohibido, permitido y gravado, como no lo está el intercambio entre personas de San Marcos y de Petén, porque hay políticos que así lo disponen. Nada más. Si no fuera porque los políticos establecen regulaciones y gravámenes sobre el comercio entre personas de diferentes localizaciones políticas, el llamado contrabando no sería nada más, ni nada menos, que comercio o intercambio voluntario y pacífico. Como el que hay entre las personas de El Progreso y Quiché.

El contrabando, pues, no es un delito intrínsecamente inmoral o “delicta mala in se”, como se dice en la doctrina del Derecho. Es un delito sólo porque está prohibido por la ley positiva o “delicta mala quia prohibita”. El asesinato y el robo son delitos intrínsecamente inmorales porque violan derechos ajenos como el derecho a la vida y el derecho de propiedad; pero eso no ocurre con el contrabando “qua” intercambio.

El delito de contrabando existe, de forma artificial porque los políticos han dispuesto que las personas no pueden intercambiar bienes, a través de las fronteras, sin entregarle una porción de sus expectativas de ganancias a aquellos que controlan las fronteras. De hecho, el delito de contrabando tiene su origen en el despojo y en la expoliación que los que controlan las fronteras ejercen contra la propiedad de quienes intercambian pacífica y voluntariamente a través de ellas. Y encima los políticos disponen que, si las víctimas de la expoliación tratan de evitar ser despojados, incurren en delito.

Este es un caso típico en el que la legislación, en vez de proteger la vida, la propiedad y la libertad de las personas sirve para violar aquellos derechos y para convertir a los ciudadanos en súbditos. Por eso es que los aranceles son inmorales; y por eso es que es desatinado buscar la salud fiscal por medio de leyes más duras contra el intercambio voluntario y pacífico a través de las fronteras.

El contrabando es consecuencia de leyes malas y de impuestos desorbitantes; y Pepe Batres, poeta guatemalteco nos lo explicó así:

Hubo simpre y habrá contrabandistas
que al gobierno defrauden sus caudales,
a pesar de los guardas, de los vistas,
los administradores, los fiscales;
inútilmente los economistas
con su ciencia y sus fórmulas legales
el medio de evitarlo van buscando:
¡Mientras más leyes hay, más contrabando!
.
Y yo de sopetón, sin que se entienda
que en materias que ignoro me entrometo,
a la dificultad hallo la enmienda;
y la quiero callar con el objeto
de colocarme al frente de la hacienda:
cuando la obtenga se sabrá el secreto,
que, en reserva, sin tropas y sin balas
consiste en suprimir las alcabalas.

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