Durante la manifestación que la dirigencia sindical organizó el 1 de mayo pasado, algunos participantes en ella ensuciaron la Sexta avenida del Centro Histórico y mutilaron la estatua de Tasso Hadjidodou que se halla en ese paseo. Se comprobó, una vez más y por si hacía falta, que el que pinta pared y mesa, demuestra su bajeza.
A unos días de aquellos actos, grupos de jóvenes estudiantes llegaron a la Sexta a limpiar la inmundicia que dejó la dirigencia sindical; y al lado de la estatua latimada, una señora lamentó: Que mala esa gente que hizo eso.
Comento esto porque hoy leo (PL P. 20) que vecinos y transeuntes de la Sexta demandan que la escultura sea reparada. Y yo, que celebré esa escultura y repudié el vandalismo de los manifestantes del 1 de mayo, (como he repudiado otros actos vandálicos) creo que la demanda es inaceptable. Los amantes del arte solicitan a las autoridades que reparen esta pieza escultórica, que está abandonada desde hace tres semanas.
La estatua ha sido dañada, por desconocidos, en otras ocasiones; y cada vez las autoridades la han reparado. Pero esta vez, la marcha de sindicalistas tenía responsables conocidos. La dirigencia sindical que organiza y encabeza la marcha debería hacerse responsable de los daños que son ocasionados -deliberadamente- durante la manifestación.
Si los vecinos de la Sexta y los amantes del arte quieren que la estatua sea reparada, yo sugiero que hay dos cosas sensatas para hacer -sin castigar a los tributarios. ¿Sabes? Al final son los tributarios los que pagan la estatua, su mantenimiento y reparaciones. Entonces, lo que cabe es que los vecinos y los amantes del arte le exijan a la dirigencia sindical que asuma su responsabilidad y que cubra los gastos de los daños ocasionados. O bien…que los vecinos y amantes del arte, que quieren la estatua, corran con los gastos.
De este último modo la estatua será más suya que nunca…y la próxima vez que alguien vaya a dañarla, quizás lo piense dos veces.